Combatientes ucranianos atrincherados en una siderúrgica, el último bastión conocido de la resistencia dentro de la devastada ciudad de Mariúpol, desdeñaron el domingo 17 de abril un ultimátum ruso de deponer las armas y siguen resistiendo para impedir la caída de este puerto de enorme importancia estratégica.
La caída de Mariúpol, víctima de un implacable asedio de siete semanas que ha reducido a escombros buena parte de la ciudad, sería la victoria más importante para Moscú en lo que va de la guerra y permitiría que buena parte de las tropas rusas allí se desplazaran a una batalla potencialmente culminante por el control del este industrial de Ucrania.
Si captura la ciudad a orillas del Mar de Azov, el Kremlin podría establecer un corredor terrestre hacia la península de Crimea, la cual le arrebató a Ucrania en 2014, y privar a Kiev de un puerto importante y sus preciados activos industriales.
Mientras tanto, Rusia continuaba sus ataques con misiles y cohetes en otras partes del país. Moscú estima que unos 2,500 soldados ucranianos y unos 400 mercenarios extranjeros se encuentran atrincherados en el enorme complejo de la planta acerera de Azovstal, que abarca más de 11 kilómetros cuadrados (4 millas cuadradas) y está repleto de túneles.
Muchos civiles de Mariúpol, entre ellos niños, también se están guareciendo en la planta Azovstal, le dijo Mijaíl Vershinin, jefe de la policía de patrullaje municipal, a la televisión de la ciudad.
Moscú les dio a los defensores hasta el mediodía para rendirse, diciendo que los que depusieran las armas “tienen garantizado salvar sus vidas”. Los ucranianos rechazaron el ultimátum, tal como lo han hecho con otros previos.
“Pelearemos absolutamente hasta el final, hasta el triunfo, en esta guerra”, declaró el primer ministro ucraniano Denys Shmyhal al programa “This Week” de ABC. Señaló que Ucrania está preparada para ponerle fin al conflicto mediante la diplomacia de ser posible, “pero no tenemos intención de rendirnos”.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy envió saludos de Pascua a través de Twitter. “La resurrección del Señor es un testimonio de la victoria de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal”, declaró.
Si Mariúpol cae, se prevé que las fuerzas rusas allí se sumen a una ofensiva total en los próximos días por el control del Donbás, la región industrial del este de Ucrania que el Kremlin está determinado a capturar luego de fracasar en su intento por tomar la capital Kiev.
Los incesantes bombardeos y combates en las calles de Mariúpol han cobrado al menos 21,000 vidas, según estimados ucranianos. Un hospital de maternidad fue destruido por un ataque aéreo ruso en las primeras semanas del conflicto, y se reportó la muerte de unas 300 personas después de una ofensiva contra un teatro en el que se resguardaba la población civil.
Unas 100,000 personas permanecen en una ciudad cuya población antes de la guerra rondaba los 450,000 habitantes, atrapadas sin agua, alimentos, calefacción ni electricidad. Mariúpol ha sido escenario de algunos de los peores sufrimientos del conflicto.
“Todos aquellos que sigan resistiéndose serán destruidos”, advirtió el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, el mayor general Igor Konashenkov, al anunciar el ultimátum más reciente.
La viceministra de Defensa de Ucrania, Hanna Malyar, dijo que Mariúpol es “un escudo que defiende a Ucrania” en un momento en que las fuerzas rusas se preparan para una batalla en el Donbás, una región rusoparlante en su mayor parte, donde separatistas prorrusos ya controlan algunas partes del territorio.
En tanto, las fuerzas rusas efectuaron ataques aéreos cerca de Kiev y en otras partes del país en un aparente intento por debilitar la capacidad militar ucraniana antes de la anticipada ofensiva.
Tras el humillante hundimiento del buque insignia de la flota rusa en el Mar Negro la semana pasada, que Ucrania asegura fue causado por un ataque con misiles, el Kremlin ha prometido intensificar sus ataques sobre la capital.
Rusia indicó el domingo que durante la noche atacó una planta de municiones cerca de Kiev con misiles de precisión, la tercera ofensiva de este tipo en igual número de días.
Se reportaron también explosiones nocturnas en Kramatorsk, la ciudad oriental en donde al menos 57 personas murieron este mes en un ataque con cohetes contra una estación de trenes repleta de civiles que intentaban salir de la localidad.
Al menos cinco personas murieron el domingo en una ofensiva de la artillería rusa en Járkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, informaron autoridades regionales. El ataque fue contra edificios residenciales y dejó las calles repletas de ventanas rotas y escombros, incluyendo parte de al menos un cohete.
Durante un apasionado discurso para celebrar el Domingo de Ramos, el alcalde de Járkiv, Igor Terekhov, arremetió contra las fuerzas rusas por no detener su ofensiva durante un día tan sagrado.
Y Zelenskyy, en su discurso nocturno a la nación, dijo que los ataques en Járkiv “no eran sino terrorismo deliberado”.
Un funcionario regional del este de Ucrania indicó que al menos dos personas perdieron la vida cuando fuerzas rusas dispararon contra edificios residenciales en el poblado de Zolote, cerca del frente en el Donbás.
Rusia también anunció que sus fuerzas derribaron dos aviones de combate ucranianos MiG-29 en la región de Járkiv y destruyeron dos puestos de comando y un sistema de radar para misiles tierra-aire S-3000 en la ciudad de Avdivka, al norte de Donetsk. Las autoridades ucranianas no confirmaron de inmediato estos señalamientos.
Malyar dijo que los rusos continuaban sus ataques aéreos sobre Mariúpol y podrían estar alistando un desembarco anfibio para reforzar a sus tropas en tierra.
En caso de tener éxito en su inminente ofensiva en el este, el presidente ruso Vladimir Putin obtendría una valiosa parte del país y una muy necesitada victoria para exhibirla ante el pueblo ruso, que enfrenta un creciente número de bajas y las adversidades económicas causadas por las sanciones de Occidente.