Tras el fracaso de su ofensiva relámpago para derrocar el gobierno de Ucrania, las fuerzas rusas redujeron sus ambiciones para concentrarse en la conquista de la región del Donbás, donde se libra ahora una guerra de desgaste cien días después.
La táctica de la apisonadora aplicada por Moscú para hacerse poco a poco con el Donbás parece estar dando sus frutos. Pese a la resistencia ucraniana, las fuerzas rusas controlan ahora una parte de la ciudad clave de Severodonetsk.
“La situación en el Donbás sigue siendo muy difícil”, reconoció el lunes el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
A pesar de todo, “la apisonadora avanza ciertamente, pero de forma laboriosa, no se trata de un sometimiento militar”, sostiene Mathieu Boulègue, experto del centro de reflexión Chatham House.
“En las próximas semanas, Moscú necesitará pasar militarmente de una guerra de movimientos a una guerra de posiciones. Su material no se regenera, sus fuerzas se agotan”, estima el especialista.
Tras tomar el estratégico puerto de Mariúpol (sureste), que permite conectar Rusa con la península de Crimea, una victoria militar en el Donbás sería bienvenida por Vladimir Putin.
El presidente ruso lanzó el 24 de febrero la mayor ofensiva militar en Europa desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero su fallido inicio dejó atónitos a los países occidentales.
Las fuerzas rusas abrieron tres frentes a la vez: en el norte, hacia la capital Kiev; en el este y en el sur. La ofensiva en el país vecino movilizó 160,000 soldados.
Esto representa una relación de fuerzas un poco superior a uno contra uno frente a los ucranianos. Sin embrago, la doctrina militar aboga por una ratio de tres contra uno para lanzar un ataque.
Ambiciones rebajadas
Moscú lanzó esta “operación militar especial” sin lograr primero la supremacía aérea y, rápidamente, empezó a mostrar sus límites frente a una defensa ucraniana ágil y entrenada desde hace años por instructores de la OTAN.
Las tropas ucranianas, subestimadas por Rusia y a las que Occidente provee de armas antitanques y antiaéreas, infligieron importantes daños a los rusos, obligados un mes después a modificar sus objetivos.
Rusia decidió entonces centrarse en la cuenca minera del Donbás, en el este. Esto representa una menor ambición, que llega acompañada de esfuerzos para solventar las deficiencias militares de los inicios del conflicto.
“Hemos visto a los rusos remediar algunas dificultades, especialmente en el plano logístico. El Donbás está en el extremo oriental del país, más cerca de Rusia y de sus líneas orgánicas de suministro”, constató el viernes el portavoz del Pentágono, John Kirby.
En el plano táctico, “emplean unidades más pequeñas, realizan pequeños movimientos” e “intentan tener una mejor coordinación entre operaciones aéreas y terrestres”.
A partir de ahora, la artillería rusa bombardea sin descanso las posiciones ucranianas para intentar debilitarlas y avanzar. Pero “los ucranianos se han arraigado en el terreno, en trincheras”, señala Mathieu Boulègue.
“Tras varios sorprendentes éxitos ucranianos, de hecho, golpes aprovechando las fallas rusas, los rusos retomaron la iniciativa. La batalla del Donbás está lejos de terminar”, comenta el historiador militar francés Michel Goya en su blog.
Para este especialista, el frente oriental “se está convirtiendo en una batalla decisiva que absorberá los esfuerzos en las próximas semanas”.
Hacia un conflicto congelado
Para el Kremlin, “el objetivo es alcanzar los límites administrativos del Donbás”, estimó el martes en la radio RTL el general Cristophe Gomart, excomandante de las fuerzas especiales francesas.
“A partir de ese momento, pienso que llevarán a cabo una pausa operativa ya que hay dos ejércitos que se enfrentan desde hace ya tres meses y que se agotan. Esto empieza a ser una guerra de desgaste, sin lugar a dudas”, explicó.
En casi 100 días, este conflicto ha causado estragos a nivel material y humano.
Fuentes occidentales estiman que unos 15,000 soldados rusos perdieron la vida, sin duda menos que del lado ucraniano, del que no hay estimaciones decentes.
Según un balance del blog Oryxspioenkop a partir de imágenes del terreno, los rusos perdieron 739 carros, 428 blindados, 813 vehículos de combate de infantería, unos 30 aviones de caza, 43 helicópteros, 75 drones y nueve buques.
Los ucranianos habrían perdido por su parte 185 tanques, 93 blindados, 22 aviones de combate, 11 helicópteros y 18 buques.
En el Donbás, “Ucrania podría perder terreno a corto plazo, pero Rusia enfrentará serios problemas para mantener su esfuerzo militar en el tiempo y preservar sus conquistas territoriales”, estima el experto militar Michael Kofman, del centro de reflexión estadounidense CNA, juzgando que “la guerra podría prolongarse”.
“Este conflicto será una larga guerra de desgaste”, abunda Mark Cancian, del instituto de investigación estadounidense CSIS. “Ninguna de las partes parece dispuesta a comprometerse o llegar a un acuerdo. Hasta que uno de los campos se decida, podríamos ver una especie de conflicto congelado de baja intensidad”.