China reportó este miércoles un importante descenso de las infecciones de COVID-19 en la ciudad norteña de Xian, que lleva dos semanas bajo un estricto confinamiento que ha alterado significativamente la vida de sus 13 millones de habitantes.
La Comisión Nacional de Salud anunció apenas 35 nuevos casos en Xian, donde se encuentran las famosas estatuas de los Guerreros de Terracota y otras importantes industrias, frente a los 95 de la víspera.
Este dato confirma la tendencia a la baja desde que los nuevos casos diarios superaron la barrera de los 100, lo que llevó a las autoridades a mantener, y en algunos casos endurecer, las restricciones para evitar que la población saliese a la calle.
En total, en Xian se han registrado más de 1,600 contagios, pero ningún deceso, en la última ola de la pandemia. Es una cifra pequeña comparada con los brotes en otras naciones, señal de que la estrategia de “tolerancia cero” de China — que incluye cuarentenas en todos los casos, pruebas masivas e intentar bloquear la llegada de casos desde el extranjero — ha ayudado a contener los focos importantes.
Los confinamientos, sin embargo, son mucho más estrictos que los decretados en Occidente y han tenido un enorme costo en la economía, además de alterar las vidas de millones de personas.
A menos de un mes para que arranquen los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín el 4 de febrero, China está redoblando las medidas para evitar grandes brotes que afecten a las competencias deportivas.
Desde el inicio de la pandemia hace dos años, China ha reportado un total de 102,932 contagios en todo el país, con 4,636 fallecidos.