Chile se convirtió este martes en el primer país del mundo en ratificar el Tratado Global de los Océanos, un acuerdo histórico para la conservación de la biodiversidad marina en aguas internacionales (alta mar) y con el que se busca proteger el 30% de los mares para 2030.
Por unanimidad, la sala del Senado chileno aprobó el denominado Acuerdo sobre la biodiversidad marina más allá de la jurisdicción nacional (BBNJ, por su sigla en inglés), que fue acordado por los países que forman parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en marzo del año pasado tras dos décadas de negociaciones.
“La aprobación de este tratado confirma la vocación oceánica que ha tenido nuestro país”, afirmó tras la votación el canciller chileno, Alberto van Klaveren, quien recordó que Chile ofreció a la ciudad portuaria de Valparaíso, a 110 kilómetros de Santiago, como sede de la Secretaría del acuerdo.
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Los grupos ecologistas insisten desde hace años en que este tratado es vital para salvar los océanos, amenazados por la contaminación, la crisis climática y las nuevas tecnologías, que abren la puerta a la minería en el fondo de los mares y a una pesca más intensiva.
Las aguas internacionales, situadas a más de 200 millas marinas de la costa y compartidas por todos los países, suponen dos tercios del total de los océanos y hasta ahora han estado gestionadas bajo una serie de acuerdos y organismos internacionales, sin una jurisdicción clara, sin demasiada coordinación y con unas normas inadecuadas para su protección.
“Es uno de los tratados ambientales más importantes de las últimas décadas y en el que, a lo largo de todo su proceso, los países de nuestra región y particularmente Chile, tuvieron un rol clave liderando su debate”, indicó Estefanía González, subdirectora de Campañas de Greenpeace Chile.
El nuevo tratado, cuyas negociaciones comenzaron en 2004, garantiza también que se tenga en cuenta el impacto ambiental de las actividades en aguas internacionales y facilita la cooperación entre países en tecnología marina.
Además, crea un marco para compartir los beneficios del mar, especialmente todo lo relativo a los recursos genéticos marinos -especies que pueden proporcionar genes patentables en el futuro, por ejemplo, para su uso en medicina-.
Para que el nuevo tratado entre en vigor, debe ser ratificado por al menos 60 países, lo que se espera se cumpla antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, que se realizará en Francia en junio de 2025.
“Es histórico que Chile sea el primero en dar este paso, es una señal importantísima y urgente. Sin un tratado vigente, no podemos avanzar en las acciones de protección que el planeta necesita. Esperamos que nuestra ratificación sea una invitación a que el resto de los Estados se sumen pronto”, añadió la vocera de Greenpeace.
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