Ante el riesgo de escasez de fertilizantes y de aumento de sus precios tras las sanciones contra Rusia, el sector agrícola brasileño empieza a recurrir a soluciones alternativas naturales para reducir sus costos de producción y garantizar sus cosechas.
Potencia agrícola, el gigante sudamericano es el cuarto consumidor mundial de fertilizantes químicos NPK -a base de nitrógeno, fósforo y potasio- utilizados para preparar los campos de soja, maíz, algodón, caña de azúcar y café.
Brasil importa alrededor del 80% de estos insumos, y casi una cuarta parte de estas compras proviene de Rusia, su principal proveedor.
Mientras el gobierno brasileño negocia con otros proveedores extranjeros, principalmente Canadá, Jordania, Egipto y Marruecos, y busca reactivar la producción nacional de fertilizantes, los agricultores empiezan a interesarse en los llamados productos “emergentes”.
Entre ellos se encuentran los remineralizadores naturales obtenidos a partir de rocas ricas en nutrientes, pulverizadas y luego aplicadas a los campos antes de la siembra.
Si bien otros países como Francia, Estados Unidos, Canadá, India y Australia también miran hacia esta alternativa, Brasil va más adelantado en este sentido.
“Brasil es un país tropical y las lluvias se llevan los nutrientes del suelo. El polvo de roca permite una renovación de su ecosistema y una mejora en su desempeño”, explica Marcio Rémedio, director de geología y recursos minerales del Servicio Geológico de Brasil, vinculado al Ministerio de Minas y Energía.
Aprobados como insumo agrícola por una ley del 2013, los remineralizadores “también permiten que las raíces de las plantas se desarrollen más y capturen los nutrientes presentes en el suelo”, cuenta Suzi Huff Theodoro, geóloga e investigadora de la Universidad de Brasilia.
“Se pueden encontrar rocas con el perfil adecuado en muchas partes de Brasil y el precio es mucho más barato” que los químicos, agrega. El polvo puede, por ejemplo, ser producido por empresas mineras a partir de sus residuos, siempre que estos no contengan determinados elementos tóxicos.
No más fertilizantes químicos
Según un estudio realizado el año pasado, los remineralizadores se utilizan en casi el 5% de la superficie agrícola brasileña. Para fin de año, esa cifra será mucho más significativa puesto que la demanda de los 30 proveedores brasileños reconocidos se disparó a un nivel sin precedentes.
“La mayoría ya vendió toda su producción anual, tanto a fincas grandes y medianas como a pequeñas, sobre todo agroecológicas”, indica la investigadora.
Fundador del Grupo Asociado para la Agricultura Sostenible (GAAS), que reúne a más de 700 agricultores, investigadores y consultores, el productor de soja y maíz Rogério Vian comenzó utilizando productos elaborados con microorganismos extraídos de la selva nativa, rociados en el periodo de la siembra.
Estos sirven para controlar plagas y ayudar a las plantas a asimilar los nutrientes del suelo. Desde hace nueve años, Vian prepara sus propios insumos orgánicos y los combina con remineralizadores, en su finca en el estado de Goiás (centro-oeste),
Ahora, en sus 1,000 hectáreas, ya casi no utiliza fertilizantes químicos e incluso ninguno para el cultivo de soja.
“Reduje mis costos de fertilización y tratamiento de semillas en un 50%, manteniendo una buena productividad”, dice. “Gracias a su gran biodiversidad, Brasil tiene un enorme potencial en términos de herramientas y formas de trabajar que aún desconocemos”.
“Evolución irreversible”
Para José Carlos Polidoro, investigador de la Organización Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), el país seguirá consumiendo fertilizantes NPK pero debe apostar por estos productos naturales.
“Los fertilizantes biológicos y biominerales, elaborados a partir de residuos de actividades mineras, residuos biológicos de la agroindustria y lodos cloacales representan actualmente el 5% del mercado brasileño de fertilizantes, pero pueden ayudar a reducir en un 20% nuestras importaciones”, calcula Polidoro.
El subdirector técnico de la Confederación Nacional Agraria, Reginaldo Minaré, también cita el uso creciente por parte de los productores de soja de rizobacterias “que eliminan el nitrógeno presente en el aire para restituirlo a las plantas”, reduciendo así el consumo de fertilizantes nitrogenados industriales.
Pero la creciente adopción de este tipo de productos no está exenta de obstáculos, destaca Carlos Pitol, consultor técnico en el estado de Mato Grosso do Sul y miembro de GAAS.
“Los agricultores tienen poca asistencia técnica y les resulta difícil obtener créditos para invertir más. Pero la evolución de nuestro sistema productivo es irreversible”, sostiene.