En una tensa reunión del gabinete el sábado en la residencia oficial del presidente brasileño, Jair Bolsonaro se encontró aislado.
El líder de extrema derecha convocó a una reunión de emergencia en el palacio de Alvorada de Brasilia para resolver una disputa con el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien se opuso públicamente a los llamamientos del presidente para aflojar las restricciones de cuarentena para los 210 millones de habitantes de Brasil.
Pero, con Mandetta firme en su postura, aun los colaboradores más cercanos de Jair Bolsonaro no apoyaron su plan de relajar las reglas del coronavirus para mantener la economía en marcha, según dos fuentes con conocimiento de la reunión.
Elegido hace dos años con la promesa de revivir el crecimiento, Bolsonaro ha conmocionado a los expertos en salud de todo el mundo al minimizar constantemente la gravedad de la epidemia, calificando al Covid-19 de “una gripecita” exagerada por los medios y sus oponentes.
Eso aun después de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien es el ídolo político del brasileño, dio pie atrás en su propio escepticismo sobre el brote.
Las fuentes dijeron que ministros de alto rango, incluido el ministro de Justicia Sergio Moro, se pusieron del lado de Mandetta en el imperativo de reforzar el distanciamiento social y anteponer la crisis de salud pública a las preocupaciones sobre la paralización de la economía.
Incluso los principales funcionarios militares del gobierno, que hasta ahora no habían criticado ni defendido públicamente a Bolsonaro, saltaron en defensa de Mandetta.
En una reprimenda poco velada a Bolsonaro, el jefe de gabinete presidencial Walter Braga, un general del ejército en servicio activo, declaró que la salida de Mandetta del gabinete estaba fuera de discusión.
“Fue una reunión muy dura”, dijo a Reuters un funcionario del gobierno sobre las conversaciones. “Mandetta está pisando hielo delgado, pero hay algunas cosas que no está dispuesto a cambiar”.
Las tensiones ilustran hasta qué punto los esfuerzos de Bolsonaro para mantener la economía más grande de América Latina funcionando normalmente han dividido su gabinete, alentando a sus oponentes y alienando aun a sus más firmes aliados en el Congreso.
Algunos políticos han propuesto procedimientos de juicio político contra Bolsonaro por poner en peligro la salud pública. Pero incluso si lograran los votos para llevarlo a juicio, los líderes en el Congreso parecen no estar dispuestos a profundizar la crisis de Brasil en medio de la pandemia, dicen las fuentes.
El Ministerio de Salud reportó el miércoles que el número de casos confirmados de coronavirus en Brasil se había duplicado en cinco días a 6,836, y el número de muertes casi se triplicó a 240.
Frente a la escalada de críticas, la arenga de Bolsonaro de que “Brasil no puede parar” en redes sociales (#BrasilNaoPodeParar) han provocado indignación en el Congreso.
El lunes, el propio líder del gobierno en el Senado, Fernando Bezerra, encabezó una moción en la cámara alta instando a los brasileños a adherirse a las reglas de distanciamiento social establecidas por Mandetta basadas en las pautas de la Organización Mundial de la Salud.
“La opinión del presidente es incorrecta”, dijo el senador Major Olimpio, uno de los más fieles a Bolsonaro en el Congreso. Olimpio afirmó que todos los partidos en el Congreso se oponen al intento de Bolsonaro de relajar las recomendaciones de distanciamiento social.
Para Jimena Blanco, directora de Americas Risk Insights en la consultora Verisk Maplecroft, el aumento de los llamados a someter al mandatario a un juicio político aumentan el peligro de un colapso del gabinete este mes y el colapso de la agenda de reformas del gobierno.
"Sin embargo, el temor a una mayor militarización del gobierno podría actuar como un fuerte contrapeso a cualquier movimiento de sus oponentes para que lo eliminen, ya que podría conducir a una administración de derechas aún más dura", evaluó Blanco.
Miedo a una depresión
Incluso antes de que llegara el coronavirus, era poco probable que la economía brasileña tuviera más que un crecimiento anémico este año. Y con el 40% de la fuerza laboral de Brasil en el sector informal, las cuarentenas prolongadas elevarían drásticamente los niveles de pobreza.
Para mitigar los efectos de la epidemia en la economía brasileña, el gobierno está planeando un paquete de 200,000 millones de reales (US$ 38,000 millones) para salvaguardar los empleos y ayudar a las empresas a pagar los salarios.
Los analistas dicen que el enfoque de Bolsonaro en la economía está impulsado por el temor de que una depresión pueda dejar a millones de brasileños desempleados y arruinar sus planes de reelección para el 2022.
“Él sabe que se le echará la culpa a una economía estancada, y si hay disturbios sociales y saqueos también”, observó Lucas de Aragao, socio de la consultora Arko Advice de Brasilia.