Rusia lanzó el jueves bombardeos masivos contra Ucrania, los más importantes desde hace semanas, que dejaron al menos nueve muertos y provocaron cortes de electricidad, incluyendo la interrupción temporal de suministro de la central nuclear de Zaporiyia.
Pocas horas después de los ataques, el operador eléctrico ucraniano Ukrenergo anunció la reconexión con la red nacional de esa central ocupada por fuerzas rusas desde hace un año y descartó el riesgo de un incidente nuclear.
El corte había encendido previamente las alarmas del organismo nuclear de la ONU y de la Unión Europea.
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“Jugamos con fuego”, advirtió el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El ataque constituye “una grave violación de la seguridad nuclear, cometida por Rusia”, afirmó por su lado el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
La interrupción de la alimentación eléctrica obligó a enfriar la central con generadores diésel, lo cual “aumentó el riesgo de accidente nuclear” hasta la reconexión con la red eléctrica, agregó.
En Transnistria, un territorio secesionista de Moldavia, las autoridades prorrusas afirmaron que frustraron un atentado contra sus dirigentes y acusaron a Ucrania de haberlo orquestado. Por la noche, anunciaron que pedirían una investigación de la ONU.
“Represalia rusa”
Rusia indicó que los bombardeos, en los que usó sus nuevos misiles hipersónicos Kinjal, fueron en “represalia” por una incursión en su territorio el 2 de marzo por parte de “saboteadores” ucranianos.
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El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció las “tácticas miserables” de Rusia tras el bombardeo, que afectó a diez regiones del país y a Kiev, la capital, tomando por blanco las infraestructuras energéticas.
Estados Unidos calificó esos ataques de “brutales e injustificados”.
Según el ejército ucraniano, la defensa antiaérea derribó 34 de los 81 misiles lanzados por Moscú, así como cuatro drones explosivos Shahed, de fabricación iraní.
Ninguno de los seis misiles Kinjal utilizados por los rusos pudo ser derribado, según Kiev.
Rusia bombardea regularmente instalaciones energéticas ucranianas, sumiendo a millones de personas en la oscuridad y el frío, pero esos ataques se habían hecho menos frecuentes en las últimas semanas.
“Disparan al azar”
Los bombardeos mataron a por lo menos cinco personas en la región de Leópolis (oeste), a otra en la de Dnipro (centro-este) y a tres en Jersón (sur), según fuentes ucranianas.
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Oksana Ostapenko, del pueblo de Velyka Vilchanytsia, cerca de Leópolis, perdió a su hermana y a dos cuñados que se encontraban en una casa destruida. También murieron dos de sus vecinos.
“Estaban de fiesta [por un cumpleaños], luego fueron a dormir. Y eso fue lo que ocurrió”, explicó. “Pensábamos que estábamos a salvo aquí”, cerca de la frontera con Polonia, añadió.
Según otro habitante del pueblo, Igor Spilnyk, en la zona no hay infraestructuras críticas y los rusos “disparan al azar”.
Los ataques cortaron la electricidad, el agua y la calefacción en la ciudad de Járkov (noreste) y dejaron sin calefacción al 40% de los usuarios de Kiev, según las autoridades.
En Kiev, las explosiones afectaron a los distritos del sur y el oeste, indicó el alcalde. Tres personas resultaron heridas, según la policía.
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En la zona de Prospekt Peremoguy, en el oeste de la capital, tres coches aparcados cerca de un edificio de apartamentos estaban carbonizados y había otros dañados, señaló un periodista de la AFP.
En el este de Ucrania, se prosigue la batalla de Bajmut, una ciudad que los rusos intentan conquistar desde hace meses.
El jefe de la organización paramilitar rusa Wagner, Yevgueni Prigozhin, declaró que sus combatientes se habían apoderado del pequeño pueblo de Dubovo-Vassylivka, al norte de Bajmut.
La invasión de Ucrania, hace más de un año, provocó fuertes tensiones en el aprovisionamiento mundial de cereales.
Rusia anunció una reunión con la ONU en Ginebra el próximo lunes sobre el acuerdo que permitió garantizar la exportación de granos por el mar Negro, que expira el 18 de marzo.
Fuente: AFP