La siderúrgica de Azovstal es el último reducto de resistencia ucraniana en Mariúpol.
La siderúrgica de Azovstal es el último reducto de resistencia ucraniana en Mariúpol.

Casi noventa años después que su primer horno comenzara a producir hierro fundido, la planta metalúrgica Azovstal de Mariúpol, una de las mayores acerías de Europa, se ha convertido en el símbolo de la resistencia ucraniana a la invasión rusa.

Sus instalaciones, que están en el sureste de la ciudad y abarcan una superficie de once kilómetros cuadrados, son un reducto prácticamente inexpugnable para las tropas rusas, que controlan casi todo Mariúpol.

Reconvertida en búnker

Y es que sus naves y vías de comunicación subterránea ofrecen a las fuerzas ucranianas posibilidades de resistir, mientras tengan munición, al avance de la tropas rusas y de las milicias de la autoproclamada república popular de Donetsk pese a la enorme superioridad de éstas tanto numérica como en potencia de fuego.

“Allí hay plantas subterráneas, por eso no tiene sentido tomarla por asalto, porque podemos perder un gran número de soldados, y el adversario no sufrirá pérdidas”, admitió la semana pasada el portavoz de las milicias prorrusas, Eduard Basurin.

En su opinión, el único plan viable es bloquear todas las salidas de Azov y “después de ello recurrir a las tropas especializadas en guerra química, que hallarán el modo de expulsar a los topos de sus guaridas”.

Basurin no hizo alusión al más de millar de civiles, que, según las autoridades ucranianas, se han resguardo de los bombardeos rusos en Azovstal.

Castigada por segunda vez

La planta metalúrgica no es la primera vez que sufre los estragos de una guerra: entre el 2 y el 8 de setiembre de 1941, ante el avance de las tropas hitlerianas, los principales equipos de Azovstal y su personal fueron evacuados a los Urales en 600 vagones de ferrocarril.

Durante la ocupación alemana Azovstal pasó a llamarse Fábrica Nº 1 de Azov y fue traspasada al consorcio Krupp.

En setiembre de 1943, en plena contraofensiva soviética, antes de abandonar Mariúpol las tropas de la Wehrmacht volaron las principales instalaciones de la planta metalúrgica.

Casi dos años después, en julio de 1945, a punto de concluir la Segunda Guerra Mundial, fue puesto en funcionamiento el alto horno Nº 3, hito que marcó el renacimiento de Azovstal.

En la Ucrania independiente

Tras la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, la planta pasó a ser propiedad del Estado ucraniano, cuyo Gobierno cinco años después la incluyó en su programa de privatizaciones.

En el 2006 Azovstal pasó a formar parte del grupo Metinvest, controlado por Rinat Ajmétov, el hombre más rico de Ucrania, con una fortuna estimada en US$ 7,600 millones por la revista Forbes.

La planta, antes de la destrucción sufrida por la “operación militar especial” en Ucrania ordenada por el presidente ruso, Vladímir Putin, tenía una capacidad productiva anual de 5.7 millones de toneladas de hierro fundido, 5.3 millones de toneladas de acero de convertidor y 4.7 millones de acero laminado.

Azovstal era la principal productora ucraniana de láminas de acero de entre 6 y 200 milímetros de grosor y de entre 1.5 y 3.3 metros de ancho para la construcción naval y de tuberías de gran diámetro para gasoductos y oleoductos.

Además, la siderúrgica era la única planta del país que producía raíles de ferrocarril de trocha ancha.

Según el teniente alcalde de Mariúpol, Serguéi Orlov, ya a mediados de marzo los bombardeos rusos inutilizaron Azovstal, cuyo futuro es ahora completamente incierto.