Los guerrilleros que se marginaron del acuerdo de paz con el Estado colombiano llevan a cabo una agresiva deforestación en la Amazonía local para introducir ganado y sembrar la materia prima de la cocaína, denunció la Fiscalía al anunciar cargos contra los rebeldes prófugos.
‘Gentil Duarte’, uno de los hombres más buscados en Colombia, y sus subalternos ‘Iván Mordisco’ y ‘John 40′ están detrás de la tala de miles de hectáreas en el sur del país, precisó el organismo investigador en un comunicado.
“Los elementos de prueba recaudados dan cuenta de que por instrucción de estas personas avanza una agresiva deforestación desde el 2016 para culminar una vía ilegal”, dijo el fiscal general, Francisco Barbosa.
Miguel Botache Santillan -alias ‘Gentil Duarte’-, por quien ofrecen una recompensa de poco más de un millón de dólares por su localización, y los otros cabecillas rebeldes enfrentan cargos por “invasión de área de especial importancia ecológica”, “daños a los recursos naturales”, “financiamiento de plantaciones” (de coca) y “concierto para delinquir”, añadió.
Con el acuerdo de paz suscrito hace cinco años, el grueso de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) abandonó vastos territorios que vienen siendo copados por otras fuerzas ilegales, ante la lenta o nula llegada del Estado, según coinciden organizaciones campesinas y oenegés locales e internacionales.
El denominado Bloque Suroriental, comandado por Botache Santillana, opera en los departamentos de Meta (centro-sur) y Guaviare (sur), uno de los principales nodos de deforestación y donde se estaría construyendo la carretera.
Las fuerzas militares colombianas están detrás de los pasos de Duarte en una intensa cacería en la que han sido bombardeados varios de sus campamentos.
Según cifras del estatal Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), luego del pacto que desarmó a las FARC la destrucción de los bosques se disparó en Colombia, pasando de 123,841 hectáreas en el 2015 a 219,552 en el 2017 (un incremento de 76%).
Barbosa agregó que además se ha constatado “la tala indiscriminada para promover ganadería extensiva, cultivos de coca y procesamiento de estupefacientes”, lo que ha “puesto en peligro los suelos, las fuentes hídricas y la vida silvestre”.
La justicia colombiana castiga hasta con 15 años de prisión a quienes sean sorprendidos talando o financien esa actividad.
Sin un mando unificado, las disidencias alimentan una nueva ola de violencia que azota a varios territorios. El centro local de estudios Indepaz estima su pie de fuerza en 5,200 combatientes, la mayoría (85%) nuevos reclutas.