El distrito que abarca el centro de la ciudad ha perdido a casi la mitad de sus residentes, mientras que los votantes registrados totalizaron 21,556 en el 2017, frente a los 36,862 en 1990. (Fuente: Wikipedia Creative Commons)
El distrito que abarca el centro de la ciudad ha perdido a casi la mitad de sus residentes, mientras que los votantes registrados totalizaron 21,556 en el 2017, frente a los 36,862 en 1990. (Fuente: Wikipedia Creative Commons)

Las vistas de la majestuosa Plaza de la Ciudad Vieja de Praga que tiene Pavel Kacirek desde su departamento deberían convertirla en la casa de sus sueños, pero no es así por causa de las hordas de turistas y las calles saturadas.

Ahora que los checos se preparan para conmemorar los 30 años transcurridos desde que la Revolución de Terciopelo terminó con el comunismo, marcando el comienzo de un auge en el turismo y una considerable riqueza, no todos los residentes locales ven el cambio como positivo.

"La gente se ha mudado, por lo que los servicios, las tiendas y los restaurantes más baratos se han ido con ellos", dijo Kacirek, un documentalista de 72 años.

"Los monumentos están aquí. Las torres, el gótico y el barroco siguen en pie. Pero en realidad es una decoración de Disneylandia", agregó.

Casi 8 millones de turistas pasaron por Praga el año pasado, convirtiéndola en una de las ciudades más visitadas de Europa y tensionando los servicios de sus 1.3 millones de residentes.

Uno de los problemas más graves es la falta de vivienda asequible, ya que muchos departamentos se convierten en oficinas o alojamientos a corto plazo.

registró casi 12,000 propiedades en Praga el año pasado, según el instituto de desarrollo local IPR. El distrito que abarca el centro de la ciudad ha perdido a casi la mitad de sus residentes, mientras que los votantes registrados totalizaron 21,556 en el 2017, frente a los 36,862 en 1990.

Los turistas abarrotan las calles históricas y suelen aprovecharse de la cerveza barata para divertirse hasta altas horas de la noche.

"El número de turistas es ciertamente mayor de lo que Praga puede soportar", dijo a Reuters el alcalde, Zdenek Hrib, agregando que están tratando atraer a visitantes que gasten más, incluidos los que asisten a reuniones de negocios.

"Estamos tratando de resolver la Disneylandia en que se está convirtiendo esto", señaló.

-Beneficios y problemas-

Cuando el comunismo terminó en 1989, Praga era un diamante en bruto, con aire contaminado y sin servicios. Décadas de bajo gasto habían hecho que los edificios se derrumbaran.

Pero desde entonces se han invertido miles de millones de dólares en la ciudad y ha aumentado mucho el gasto turístico, transformando a Praga en la región más rica de Europa central y oriental, con un Producto Bruto Interno (PBI) per cápita al 187% del promedio de la Unión Europea, según datos de Eurostat del 2018.

Ahora, las principales áreas turísticas de la ciudad -como los alrededores del castillo y el Puente de Carlos- están llenas de tiendas de recuerdos, casas de cambio y salones de masajes.

"Se trata de cómo se posiciona Praga. Si seguimos siendo un bar barato", dijo el arquitecto Kristof Hanzlik en su casa familiar, construida en el siglo XVII junto a los muros de los jardines del Castillo de Praga.

"Si esta gran sobrecarga retrocede, puede que se liberen algunos departamentos y la gente comience a regresar", agregó.

La ciudad ha tomado medidas para abordar el problema, incluido el nombramiento de un "alcalde nocturno" para combatir el ruido que hacen los juerguistas por la noche.

Las autoridades también han cerrado varias casas de cambio que cobraban comisiones de dos dígitos y tienen previsto poner fin a los alquileres a tiendas turísticas en favor de los servicios para los residentes.

Ha sido prohibido que la gente gane dinero posando para fotos en trajes de pandas gigantes en la Plaza de la Ciudad Vieja y se actuó contra los automóviles pseudohistóricos. Las bicicletas que sirven cerveza de barril impulsadas por bebedores que pedalean serán prohibidas la próxima temporada.

Asimismo, el Parlamento aprobó una ley que permite un alza de las tasas para alojarse en Praga desde 0.8 a 2 euros, aunque el alcalde Hrib dijo que el techo debería ser más alto en el centro.

Sin embargo, por ahora, muchos checos evitan el centro a menos que sea para visitar uno de los pocos lugares que quedan donde solo los lugareños pueden reservar un asiento.

“Este es un lugar para reunirse con amigos, es parte de la historia”, dijo Martin Hlavac, un contador que heredó una reserva semanal en el tradicional pub U Zlateho Tygra de su madre, que era clienta habitual desde 1960.