El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego del Perú (Midagri) y el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras de Bolivia (MDRyT) informaron que trabajan en la biodiversividad y buenas prácticas climáticamente inteligentes para mejorar la productividad de la agricultura familiar en sistemas alimentarios andinos basados en la papa.
“Coincidimos que esas prácticas climáticamente inteligentes se deben aplicar para fortalecer la disponibilidad de alimentos en el área rural para la agricultura familiar, también para que se les reconozca en el mercado teniendo un valor diferenciado y así puedan generar ingresos interesantes a los pequeños agricultores de ambos países”, explicó la coordinadora del Centro Internacional de la Papa (CIP), Paola Flores.
En la conferencia virtual Producción, Transformación y Promoción de Consumo de Papa, Flores señaló que buscan incrementar la disponibilidad de papa en el mercado interno, la aplicación de metodologías de asistencia técnica para la sensibilización, uso, conservación y recuperación de semilla de este tubérculo orientado al incremento de la oferta de la agricultura familiar.
Incluso, mencionó que se debe mejorar el ciclo de producción de la cadena de valor de la papa en ambos territorios y conocer las acciones que vienen desarrollando los socios de la cooperación internacional. Además, fortalecer las capacidades del personal a través del intercambio de experiencias nacionales e internacionales.
Por su parte, la coordinadora del Programa Nacional de Raíces y Tuberosas del INIA, Noemí Zuñiga, destacó que la papa es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo, después del trigo y del arroz, por su aporte en calorías, alta producción y fácil manejo.
“El Perú, centro de origen de la papa, tiene a esta especie como principal producto alimenticio con un área de siembra promedio anual de 310,000 hectáreas y con un rendimiento promedio de 14 toneladas por hectárea”, aseguró la funcionaria.
Agregó que aproximadamente el 40% del área es cultivada con variedades autóctonas, nativas y el otro 60% es cultivada con variedades híbridas que, en las muy pocas condiciones favorables de cultivo en la zona altoandina, producen altos rendimientos como más de 25 toneladas por hectárea.