Los conflictos socioambientales vinculados a la minería están en aumento. En enero, se detectaron 66 casos activos, ocho meses después -en setiembre- ya hablábamos de 70, según información de la Defensoría del Pueblo.
La conflictividad escaló a tal nivel que, en algunos casos, devino en la paralización de la producción, principalmente en dos unidades mineras importantes para el país: Las Bambas (Apurímac) y Cuajone (Moquegua), ambas de cobre.
En el caso de Las Bambas, la producción se detuvo un total de 57 días, entre abril y junio, en medio de la invasión de parte de sus terrenos. Y en Cuajone la paralización se extendió por 54 días hasta mayo (es decir, entre los dos, la paralización llegó a 111 días).
Esta situación pesó fuertemente en el PBI minero, al punto que habría restado hasta 6 puntos porcentuales (pp) en la cifra anual. ¿Cuáles son los números para la minería metálica después de las paralizaciones?
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Revisión de las cifras
Entre enero y agosto, el sector minería metálica se contrajo 3.30%, según data del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Para Thorne & Associates (T&A), la actividad cerraría el 2022 con una caída de 2.1%. ¿Cómo se llegó a este estimado? “Los conflictos sociales estarían restando 6 pp. Básicamente por los conflictos sociales de los primeros meses del año”, subrayó Sebastián Valverde, analista de Economía y Mercados de T&A.
“Esta caída se debe por los conflictos sociales, principalmente del segundo y tercer trimestre. Para el cuarto trimestre esperamos que las protestas continúen, pero en menor medida. Por eso, proyectamos un crecimiento de 0.3% en ese periodo. Si bien consideramos la entrada en operación de Quellaveco, el riesgo sería que haya demora en sus operaciones y nuevos conflictos que puedan aparecer, sobre todo en Las Bambas”, comentó.
Isaac Foinquinos, economista sénior de Macroconsult, es ligeramente más “optimista”, pues proyectó que la minería se estancaría (“crecería” 0% este año), lo que implica un resultado positivo en el último trimestre.
“Los conflictos sociales han estado paralizando ciertas minas importantes como Las Bambas y Cuajone. Calculamos que estos conflictos sociales han representado alrededor de 2 pp del PBI minero. Es decir, si nuestra previsión es 0%, sin conflictos mineros hubiera estado en alrededor de 2% y 2.5%”, dijo.
En la misma línea, Katherine Salazar, analista de Estudios Económicos de Scotiabank Perú, también estimó que el sector se estancaría (0.4%) este año, aun cuando a inicios del 2022 proyectaban una expansión de 5.5%. Este ajuste a la baja respondió sobre todo a las paralizaciones, pero también incorporó un efecto de mayor base comparativa y menores leyes.
Un riesgo para su proyección de 0.4% es que Las Bambas se paralice nuevamente en noviembre y diciembre (la empresa anunció la reducción de sus operaciones antes los bloqueos que se vienen registrado). De ser el caso, la producción de cobre caería 2.3%, lo que llevaría a la minería -según Scotiabank- a cerrar el 2022 con una caída de 2.5%.
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Los conflictos
Los tres analistas coincidieron que el Perú no logró aprovechar del todo los altos precios internacionales de los minerales, sobre todo del cobre, durante la primera parte del año -en parte- por el impacto de los conflictos.
Valverde proyectó que el precio del cobre cerraría el año en 396 centavos de dólar la libra. Pero el pico estuvo entre marzo y abril (469 centavos de dólar), a partir del segundo trimestre se corrigió moderadamente, y con más fuerza entre junio y julio.
“El mensaje que se ha dado es que no se han aprovechado los altos precios. En el momento que sucedieron las paralizaciones, el cobre estaba por encima de US$ 4.00. No ha habido una preocupación del Gobierno de solucionar rápidamente los conflictos. Se ha desaprovechado bastante. Aun así, hay una parte que puede ser aprovechada”, subrayó -por su lado- Salazar.
Otra forma de analizar los conflictos es haciendo “zoom” a las zonas donde se encuentran. Según la data de setiembre de la Defensoría del Pueblo, los conflictos socioambientales vinculados a minería se concentraron sobre todo en Áncash, Cusco, Apurímac y Lima.
En estas regiones, la pobreza monetaria golpea a una parte importante. Por ejemplo, en Apurímac y Lima (regiones), la incidencia de la pobreza se ubicó entre 24% y 27.1%; mientras que en Áncash y Cusco, la incidencia fue entre 19% y 22.8%.
Lo que significa que hay un reto mayor en estas zonas, pues, en algunos casos, los conflictos sociales -no solo relacionados a minería- se podrían frenar si se atendieran las necesidades de la población.
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El próximo año
“El PBI minero el próximo año tendría un rebote porque no estamos considerando que se vaya a paralizar Las Bambas como se paralizó este año, o Cuajone, pero ese riesgo va a estar aún ahí latente”, dijo Foinquinos, de Macroconsult.
Por su parte, Scotiabank estima una expansión de la minería de 7.8%, asumiendo que no hayan paralizaciones y se registre el primer año de producción de Quellaveco sin problemas.
Últimos en competitividad minera
El vicepresidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), Miguel Cardozo, recordó que junto con Macroconsult, iniciaron en el 2019 un análisis sobre la competitividad minera en el Perú, así como otras zonas mineras importantes en el mundo (Australia, Canadá, Sudáfrica, México, Colombia, Chile).
En ese momento, el Perú ocupó el penúltimo lugar tras analizar potencial geológico, política fiscal, infraestructura, regulación y entono social. “En el 2021, se volvió a presentar una segunda versión, y la situación es peor para el Perú en algunos aspectos. Entonces, pasamos al último lugar”, comentó.
Con ello, subrayó que cualquier acción que se considere sin pensar en el largo plazo terminará perjudicando al sector. “Nosotros tenemos que promover la inversión, y para ello hay que poner las cosas claras y manejar la situación de forma clara”, refirió.