Las negociaciones para abrir corredores marítimos y sacar 20 millones de toneladas de cereales de Ucrania avanzan, aunque un acuerdo solo representará un alivio parcial para los países importadores.
Negociaciones cruciales
Las negociaciones arrancaron a principios de junio entre Rusia y Ucrania, con la mediación de Turquía.
Los dos países en guerra representan el 30% del comercio mundial de trigo.
Esas negociaciones son cruciales porque ningún otro país productor ha logrado hasta ahora paliar el desplome de las exportaciones ucranianas (25 millones de toneladas inicialmente), en un mercado que ya estaba muy afectado por el alza de los precios de materias primas antes del estallido del conflicto.
El precio del trigo o del maíz se disparó tras la invasión rusa del 24 de febrero, y países como Egipto, Líbano o Túnez sufren particularmente de la falta de esos cereales.
Los precios han empezado a bajar en las últimas semanas gracias a una nueva cosecha, y a las esperanzas en torno a las negociaciones para el corredor marítimo.
Turquía afirmó el lunes que se había alcanzado “un acuerdo de principio” entre ambas partes, aunque no se han resuelto “todos los interrogantes”.
El papel de Turquía
“Solo hay un puñado de países, entre ellos Turquía y Catar, capaces de hablar con casi todo el mundo y evitar mayores desgracias” explicó Colin Clarke, experto del centro de análisis Soufan en Estados Unidos.
El presidente turco Recep Tayyip “Erdogan demostró que podía hacerlo y es por eso que fue un intermediario de confianza no solamente para Rusia, sino también, aunque con reticencias, para los países de la OTAN”, explicó Clarke.
Esta crisis ofrece nuevas cartas al régimen de Ankara. Erdogan “puede proclamar que trabaja para resolver la crisis alimentaria mundial, aunque todo el mundo sabe que Turquía bloquea las negociaciones en otros terrenos. Tienen sus preocupaciones, y sus prioridades no se corresponden con las prioridades de la comunidad internacional”, añadió.
Los términos del acuerdo
El 90% de las exportaciones de trigo, maíz y girasol de Ucrania se realizaban por vía marítima, esencialmente a través del puerto de Odesa, que concentra el 60% de la actividad portuaria del país.
Un acuerdo entre rusos y ucranianos deberá ante todo garantizar el desminado de los puertos, efectuado “por los ucranianos o la ONU”, luego el embarque de los cereales, “que podría hacer bajo la protección de la ONU” y finalmente “la inspección de la carga” y la escolta de los buques, que reclama Rusia, para poder impedir la entrada de armas, según Edward de Saint-Denis, corredor de la firma francesa Plantureux.
¿Ese control podría realizarse en aguas ucranianas o internacionales? Y ¿qué barcos serían autorizados para cargar los cereales, y con qué equipajes? “Los rusos no quiere ucranianos y viceversa” explica este experto en materias primas.
Turquía ha propuesto su flota, pero finalmente el compromiso podría llegar mediante barcos bajo bandera de conveniencia, según un observador del mercado.
Las consecuencias
“Un acuerdo logrará bajar los precios a corto plazo, pero en términos de flujos no cambiará mucho” explica Edward de Saint-Denis.
“Hay que contar entre uno y dos meses para el desminado” y luego “hay que volver a acondicionar las zonas de desembarque”, en particular la zona administrativa del puerto de Odesa, destruida por los bombardeos, añade.
“A todo el mundo le interesa que el tráfico se reanude en el Mar Negro, tanto a los ucranianos como a los rusos, que tendrán una cosecha excepcional para exportar”, considera el analista de mercados agrícolas Gautier Le Molgat.