La pandemia de coronavirus y el desplome resultante de los precios del crudo resultarán en una industria petrolera más magra y fuerte, aunque aumentará el riesgo de una mayor escasez en el futuro, dijeron analistas de Goldman Sachs.
El barril de crudo sufría otra fuerte caída el lunes ante el empeoramiento de la pandemia, mientras la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia no mostraba señales de aliviarse.
Por su parte, las refinerías de todo el mundo se han visto obligadas a detener sus operaciones por una abrupta caída de la demanda que ha obligado a operadores y analistas a rebajar sus previsiones.
“Si los oleoductos se quedan obstruidos por el cierre de refinerías, no pueden aumentar los inventarios, lo que reduce el colchón y crea un riesgo muy rápido de reversión hacia la escasez de crudo”, dijo Goldman en una nota.
Esta futura escasez podría impulsar los precios por encima del objetivo del banco de Wall Street de US$ 55 el barril para el 2021, señaló.
“Esto significará probablemente un cambio de juego para la industria”, dijo el banco. “Las Grandes Petroleras consolidarán sus mejores activos en la industria y reducirán los peores cuando la industria salga de esta desaceleración habrá menos compañías con una mayor calidad de activos, pero las restricciones de capital continuarán”, agregó.
El crudo ha sufrido un impacto desproporcionado por la “coronacrisis”, enviando los estancados precios del barril a territorio negativo, señaló Goldman.
“Paradójicamente, esto creará al final un impacto inflacionario de proporciones históricas en el suministro petrolero, porque tendrá que cerrar mucha producción”, agregó. “La guerra de precios se ha vuelto irrelevante por el gran declive de la demanda y hace que sea imposible lograr una respuesta coordinada en el suministro”.