La ruptura del acuerdo entre Rusia y Ucrania para la exportación de grano por el mar Negro apenas impactará en los precios mundiales en el futuro inmediato, según las previsiones del Sistema de Información de Mercados Agrícolas (AMIS).
La decisión de Rusia de poner fin al pacto suscrito hace un año pone a prueba nuevamente a los mercados internacionales de alimentos pero, según el secretario de AMIS, Joe Glauber, “su impacto en los precios mundiales será insignificante a corto plazo”.
Los contratos futuros de productos agrícolas se encarecieron en los días posteriores al anuncio ruso del lunes, pero este jueves los del trigo limitaban su aumento a un 2% en la Bolsa de Chicago y caían el 0.5% en el operador Euronext de París.
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En declaraciones a EFE, Glauber sostiene que el mercado ha anticipado el fin del acuerdo en las últimas semanas.
El sistema AMIS fue lanzado en 2011 por el G20 tras los fuertes incrementos en los precios de los principales productos agrícolas entre 2007 y 2010, con el objetivo de reforzar la transparencia de los mercados y reducir la volatilidad.
Esta plataforma reúne a los países más importantes en el comercio de esas materias primas y contribuye a coordinar la acción política.
Más de una década después, la guerra en Ucrania ha vuelto a generar incertidumbre en los mercados mundiales, si bien el acuerdo del mar Negro y los corredores abiertos hacia la Unión Europea (UE) habían relajado en parte esas tensiones y logrado mantener los precios internacionales por debajo de los niveles previos a la guerra.
Consecuencias para Ucrania
Glauber afirma que el pacto con Rusia ha ayudado a Ucrania a exportar gran parte del grano que se había quedado atascado en el país tras la invasión rusa.“Desafortunadamente Ucrania no se ha beneficiado tanto. Los costes de envío a través de los llamados corredores solidarios han sido muy altos por las largas inspecciones y los productores ucranianos los han absorbido en su mayoría en forma de precios más bajos”, apunta.
El también investigador del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (Ifpri) considera que esas circunstancias, además de la guerra, han creado “fuertes desincentivos” para el sector agrícola, que ha reducido su producción de maíz y trigo hasta en un 40% este año respecto a 2021.
Con menos grano para exportar, se estima que Kiev continuará enviando unos dos millones de toneladas al mes a través de las rutas solidarias.
“Ucrania se llevará la peor parte” de la suspensión del acuerdo, sostiene el experto, para quien la única alternativa viable sería la de exportar a través de los corredores actualmente abiertos, un “desafío” logístico que “intensificará las tensiones con sus vecinos occidentales”.
A pesar de las garantías de que esas exportaciones no se venderán en Europa del Este, igualmente competirán por los vagones de ferrocarril y las instalaciones portuarias, lo que encarecerá el transporte de todos los productores de la región.
Según el experto, estos costes adicionales harán que los productores ucranianos vean precios aún más bajos y tengan más desincentivos para plantar en otoño y primavera.
“Esto crea un problema a más largo plazo porque Ucrania, uno de los principales exportadores de trigo y maíz, está ahora operando a una capacidad reducida. A pesar de la producción mundial relativamente buena, las existencias mundiales no se han recuperado, de modo que hay menos protección en caso de que se produzca un déficit de producción importante en otro lugar”, añade.
Vías alternativas
Con esas rutas alternativas insuficientes, Ucrania confía en seguir exportando su cereal por el mar Negro incluso sin la participación de Rusia, que no ha tardado en atacar puertos ucranianos con misiles y drones.
Moscú ha amenazado a los barcos que se dirijan a esos puertos, al tiempo que ha ofrecido grano gratis a África mientras sigue estudiando opciones para exportar su grano a los países más necesitados.
Según estimaciones de AMIS, el Consejo Internacional de Cereales (CIC) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), Rusia tendrá un máximo de exportaciones de trigo este año por la cosecha récord del año pasado.
Moscú se ha quejado de que sus exportaciones se han visto perjudicadas porque los bancos agrícolas no tienen acceso al sistema SWIFT por las sanciones y eso ha impedido que algunos importadores compren grano ruso.
Precisamente la reconexión del banco agrícola ruso Rosseljozbank al SWIFT ha sido una de las condiciones que ha puesto Rusia para volver al acuerdo, junto al fin de las sanciones a los repuestos de maquinaria agrícola y la reanudación del funcionamiento de la tubería de amoniaco Togliatti-Odesa, entre otras.
En su último informe de julio, AMIS asegura que los cambios en la producción ucraniana de grano y oleaginosas pueden tener un “gran impacto” en su población y en los suministros globales, particularmente en los países que dependen de las importaciones procedentes de Ucrania.
Además, apunta que la destrucción en junio de la presa de Kajovka en el río Dniéper y el secado de los canales de riego siembran más dudas sobre la escasez de producción y exportación de Ucrania.
Fuente: EFE
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