Las mayores comercializadoras de cultivos del mundo tienen un mensaje para el próximo presidente de Argentina: liberen la producción y las exportaciones de soja, o corren el riesgo de quedarse rezagados frente a proveedores rivales como Brasil y Estados Unidos.
Representantes de Cargill Inc., Louis Dreyfus Co. y la empresa estatal china Cofco Corp. expresaron su preocupación por las perspectivas de la nación sudamericana, que se encamina a unas elecciones cruciales el próximo mes.
“A mí me da mucha tristeza ver la pérdida de influencia, la pérdida, la relevancia de Argentina en los mercados mundiales”, dijo la semana pasada Pablo Scarafoni, jefe de operaciones comerciales de Cargill en Sudamérica, en una conferencia sobre soja celebrada en Rosario, centro neurálgico del comercio de cultivos. Argentina, otrora un actor líder en la región, ha visto cómo su sector agrícola se marchita bajo la pesada mano del Estado.
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“Mientras Brasil crece a pasos agigantados, donde el entorno político y económico le ayuda mucho, mientras EE.UU. crece con los mandatos de biocombustibles, Argentina está estancada en la producción de soja”, dijo Scarafoni.
Los argentinos elegirán presidente el 22 de octubre, con el escenario preparado para alejarse de la intervención estatal en la economía que ha dejado a un país rico en recursos sumido en una crisis. Las reservas netas de dólares son negativas, la inflación ronda el 125% y aproximadamente dos de cada cinco argentinos viven en la pobreza.
Las múltiples restricciones gubernamentales, agravadas por tres sequías consecutivas, han perjudicado especialmente a la agricultura. Los ingresos y las inversiones agrícolas se han visto limitados por impuestos a la exportación de hasta el 33% para la soja, cuotas para las ventas en el extranjero y controles de divisas.
“¿Adónde vamos como país?”, preguntó Scarafoni. “¿Queremos generar más divisas hacia el futuro o queremos quedarnos con una producción chiquita, un productor que no tenga rentabilidad y una industria en decadencia?”
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Sin duda, la pampa argentina y el cercano complejo portuario de Rosario, donde imponentes silos de granos se alinean a orillas del río, siguen siendo un importante centro de exportación de cereales y oleaginosas.
Pero el sector ha dejado mucho sobre la mesa en las dos últimas décadas. Ahora, las principales comercializadoras suplican que el próximo Gobierno trace una línea en la arena, y que ayude en lugar de obstaculizar a una industria que aporta la mayoría de los codiciados dólares de exportación al país.
“Un barco que llega al puerto de Paraguaná hoy a cargar soja brasileña tiene que esperar entre 65 y 70 días cuando los puertos en Argentina están parados”, dijo Juan José Blanchard, responsable para América Latina de Louis Dreyfus. “Tenemos que aprovecharla, pero es un poco reaccionar ahora, porque Brasil es una locomotora y en tres o cuatro años va a tener tres o cuatro o cinco puertos más que van a hacer que su soja salga en cinco días”.
Si el próximo líder es capaz de eliminar un impuesto multimillonario sobre las exportaciones de cultivos, así como los controles de divisas que ahogan aún más los ingresos, daría a los agricultores más dinero para invertir en la siembra, especialmente en fertilizantes. Eso significaría más negocios para las comercializadoras, pero también, según la lógica, más actividad económica y dólares para Argentina.
“El derrame es gigantesco”, afirmó Alfonso Romero Vedoya, jefe de Cofco Argentina.
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