La creciente preocupación de los bancos centrales por que la inflación siga invicta los está abocando a una nueva fase de constricción monetaria en economías ya sacudidas por un año o más de aumentos de tasas de interés.
El comienzo oficial del verano en el hemisferio norte coincidió esta semana con un informe del Reino Unido que mostró un aumento de los precios alarmantemente persistente y con la advertencia del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, de que podrían ser necesarios otros dos incrementos de los costos de endeudamiento.
Pocas horas después de esta advertencia de la Fed, el Banco de Inglaterra y su homólogo noruego aceleraron el jueves el endurecimiento de sus tasas de interés con aumentos de medio punto, y prometieron más incrementos en el futuro. Las autoridades suizas demostraron que tampoco están dispuestas a dar por terminadas las medidas de política monetaria, incluso con una inflación cercana al 2%.
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El resultado agregado es que un mes que comenzó con la perspectiva de un respiro en medio de una esperada pausa por parte de la Reserva Federal ahora está en camino de terminar en un nuevo estado concertado de alerta sobre los precios. Y deja las perspectivas económicas bajo una nube, con pocas ofertas de alivio ante una escalada de los costos de endeudamiento en los próximos meses.
La “prueba A” de la necesidad de agresión monetaria es Turquía, donde una inflación galopante cercana al 40% forzó finalmente la mano del presidente Recep Tayyip Erdogan para permitir el inicio del endurecimiento el jueves. La “prueba B” podría ser el Reino Unido, que está luchando por contener las alzas anuales de los precios al consumidor, que aún superan el 8%.
“La inflación sigue siendo demasiado alta y tenemos que hacerle frente”, dijo el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, a la prensa en Londres, donde se está desatando una ola de calor. “Sabemos que esto es duro: mucha gente con hipotecas o préstamos estará comprensiblemente preocupada por lo que esto significa para ellos. Pero si no subimos las tasas ahora, más adelante podría ser peor”.
El jueves, Bailey se convirtió en el centro de atención de los mercados mundiales, un día después de que la agencia de estadística del país revelara que la inflación subyacente —que excluye elementos volátiles como la energía— se aceleró a su nivel más alto en 31 años.
El resultado obligó a los responsables de la política monetaria del Reino Unido a duplicar el ritmo de las alzas, a pesar de que los mercados preveían una probabilidad de solo el 40%, lo que situó su tasa de interés de referencia en un 5%, su nivel más alto en 15 años.
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Lo que dice Bloomberg Economics...
La decisión del Banco de Inglaterra de subir las tasas 50 puntos básicos fue una sorpresa, pero es difícil argumentar que no estaba justificada por la reciente racha de datos. La siguiente pregunta obvia es si será la primera de muchas. Para ello, pensamos que la inflación subyacente y la de los servicios tendrían que seguir subiendo, lo que no es nuestra hipótesis de base. Creemos que ambas se mantendrán estables en los niveles actuales antes de caer de forma más significativa durante el invierno. Esto exige nuevas medidas, pero en incrementos más pequeños.
Dan Hanson, economista sénior para el Reino Unido
Aunque esta decisión respondió al impacto interno de la rigidez de los precios al consumidor, también fue la culminación de más de una semana de cambios de marcha por parte de las autoridades monetarias mundiales, empezando por la pausa de la Reserva Federal el miércoles pasado, que también anticipó un nuevo endurecimiento de la política monetaria en julio.
“El proceso de reducir la inflación al 2% tiene un largo camino por recorrer”, dijo Powell el miércoles al Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes.
El jueves pasado, mientras tanto, el Banco Central Europeo también proyectó un aumento de tasas para la próxima vez, que se sumaría al alza que se acaba de aplicar. Los partidarios de la política monetaria de línea dura dejaron entrever que no podrán detenerse ahí, a pesar de que faltan casi tres meses para la siguiente decisión.
Una semana después, Noruega también elevó bruscamente su previsión de la tasa máxima, lo que significa que probablemente serán necesarios más movimientos para contener la inflación, alimentada en parte por la corona, la segunda moneda con peor desempeño este año en el grupo de las diez.
“A lo largo del tiempo hemos visto que la volatilidad y la incertidumbre de los mercados financieros internacionales han contribuido a aumentar la prima de riesgo de la moneda noruega”, declaró la gobernadora Ida Wolden Bache en una entrevista. “Esperamos que eso se reduzca algo en el futuro, pero proyectamos una tasa de cambio más débil que en nuestro informe anterior”.
Y Suiza, donde la llamada inflación subyacente ahora se ubica incluso por debajo del techo del 2% fijado como objetivo por las autoridades, no se arriesga. Los funcionarios redujeron el endurecimiento con un aumento de solo un cuarto de punto, el menor hasta la fecha, pero advirtieron de que no habían terminado.
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“No hemos llegado al final: lo más probable es que sean necesarias más subidas de tasas para que la inflación se ubique de forma permanente por debajo del 2%”, declaró el presidente del Banco Nacional Suizo, Thomas Jordan, a Bloomberg Television en Zúrich.
Del mismo modo, el banco central de Turquía se comprometió a seguir endureciendo la política monetaria, pero advirtió que las futuras medidas serían graduales, en consonancia con las orientaciones del Tesoro y del Ministro de Finanzas, Mehmet Simsek.
No fue suficiente para impresionar a los mercados, que esperaban un aumento mucho mayor. La lira turca se desplomó hasta un 4.3% y los bonos del país en dólares borraron las ganancias para cotizar a la baja en el día, y el costo de asegurar la deuda turca contra un default mediante swaps de incumplimiento crediticio subió 36 puntos básicos, hasta 529.
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