(Foto: Reuters)
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Las prisas por hallar una contra el podrían suscitar una retahíla de falsos anuncios y esperanzas frustradas, así como problemas de seguridad sanitaria, advierten los expertos sobre esta carrera con intereses financieros astronómicos.

¿Cuántos proyectos?

La dio cuenta el 2 octubre de 42 proyectos de vacuna en el mundo que son objeto de ensayos clínicos en humanos.

Diez están en fase tres, la más avanzada, que implica a decenas de miles de voluntarios para probar su eficacia.

Sus fabricantes son, entre otros, la farmacéutica estadounidense , la alianza entre BioNTech/Pfizer, varios laboratorios chinos, la junto a y las autoridades rusas.

La OMS contabiliza por otro lado 151 proyectos de vacunas en fase preclínica.

¿Cuáles son las técnicas?

Por un lado, se trabaja con productos clásicos, que emplean un virus “muerto”: son las vacunas “inactivas”, como las de las farmacéuticas chinas Sinovac y .

También están las “subunitarias”, a base de proteínas, que activan una respuesta inmunitaria.

Otras, llamadas de vector viral, son más innovadoras: se transforma y adapta otro virus para combatir el COVID-19, como en los casos de la Universidad de Oxford y Rusia, que emplean adenovirus, una familia muy común.

Moderna y BioNTech/Pfizer desarrollan por su parte vacunas de “ADN” o “ARN”, productos experimentales que utilizan fragmentos de material genético modificado.

“Cuantos más proyectos y técnicas diferentes haya, más posibilidades tendremos de dar con una vacuna que funcione y se tolere bien”, explica Daniel Floret, vicepresidente de la Comisión Técnica de Vacunaciones de la Alta Autoridad de Salud francesa.

¿Cuáles son los resultados?

Por ahora solo se publicaron resultados preliminares de las fases 1 y 2. El último trabajo, publicado el 4 de setiembre en la revista médica The Lancet, hacía referencia a la vacuna rusa, llamada Sputnik 5.

La Universidad de Oxford, Moderna y la china CanSino hicieron lo propio con anterioridad.

En general, estos resultados son alentadores, puesto que las vacunas provocan una respuesta inmunitaria adecuada.

Pero para estar seguros, se debe concluir la fase tres y contar con resultados exhaustivos sobre su “tolerancia y eficacia”, afirma el inmunólogo Alain Fischer.

¿Cada vez más rápido?

“Los plazos de desarrollo y de aprobación son más rápidos con estas vacunas debido a la emergencia sanitaria”, explica en su sitio internet la Agencia Europea del Medicamento (EMA).

La recaudación de fondos también pudo hacerse rápidamente.

Las prisas responden también a la batalla diplomática que opone a China, Estados Unidos y Rusia.

El presidente Vladimir Putin anunció en agosto que su país había desarrollado la primera vacuna contra el COVID-19, incluso antes de la publicación de los resultados preliminares y el ingreso en fase 3.

Trump confiaba por su parte en contar con un antígeno antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Pero la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) fijó un protocolo que vuelve muy improbable una conclusión en las próximas semanas.

¿Rapidez versus seguridad?

“Las exigencias relativas a la seguridad son las mismas que para el resto de vacunas y no se rebajarán debido a la pandemia”, según la EMA.

Precipitarse durante los ensayos clínicos puede “suscitar problemas”, abunda Daniel Floret.

“No hay que confundir rapidez con precipitación: hay que tomarse el tiempo necesario para realizar un análisis completo, riguroso y transparente”, insiste Fischer.

Dos ensayos en fase 3 fueron suspendidos en las últimas semanas. El proyecto de Oxford fue interrumpido debido a la enfermedad inexplicada de un paciente, antes de reanudarse en algunos países como en el Reino Unido.

El grupo farmacéutico Johnson & Johnson anunció el lunes la suspensión de su ensayo por el mismo motivo.

En ambos casos, se trata de una medida de seguridad para verificar si estos males están o no relacionados con la vacuna experimentada.

“Esto demuestra que el proceso de vigilancia funciona, es motivo de confianza”, según el doctor Stephen Evans, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, citado por el organismo británico Science Media Centre.

Para conciliar rapidez y seguridad, la EMA aprobó un procedimiento acelerado que le permite examinar los datos de las vacunas a medida que van surgiendo.

Los proyectos de Oxford/AstraZeneca y de BioNTech/Pfizer son objeto de este “examen continuo” y Moderna espera ser el próximo.

¿Para cuándo?

“Ignoramos si se aprobarán vacunas y cuánto se tardará: es difícil prever un calendario”, admite la EMA.

Pero algunas farmacéuticas, conscientes del valor económico y bursátil de sus comunicados, aseguran que es posible antes de fin de año.

“Ahí se pretende ir demasiado rápido”, comentó el epidemiólogo Arnaud Fontanet, miembro del consejo científico que asesora al gobierno francés.

Y es que se deben tener además en cuenta el periodo de “las autorizaciones reglamentarias, la producción... Como muy pronto” habrá una vacuna en “el segundo semestre del 2021”, prevé.

La OMS también anticipa la fecha de mediados del 2021. “Si logramos que sea en esas fechas, ya será un milagro”, afirma Floret.

Tampoco es descartable que no se logre desarrollar una vacuna contra el SARS-CoV-2.

¿Un antídoto contra la desconfianza?

Si se consigue producir un antígeno, la cuestión siguiente será cuánta gente aceptará vacunarse.

Según un estudio de la revista británica Royal Society Open Science, hasta un tercio de la población de algunos países, incluyendo México y España, es susceptible de creer en las informaciones falsas y las teorías del complot que circulan en las redes sociales acerca del COVID-19, lo que aumenta la desconfianza hacia la vacunación.

“Los gobiernos y las empresas tecnológicas deberían buscar la manera de mejorar la educación de la población sobre medios digitales. Si no, desarrollar una vacuna podría no ser suficiente”, señaló en el estudio Sander van der Linden, investigador de la Universidad de Cambridge.