A tres horas de Lima, en el distrito de Alto Larán, en Chincha, las nubes grises aún no dan tregua a los rayos solares. En ese punto del mapa se ubica la Hacienda La Calera. Es un espacio tan extenso, con alrededor de 2,000 hectáreas, que solo podría apreciarse en toda su dimensión sobrevolando el área.
Allí, en una casona antigua que conserva la elegancia del siglo XVIII, rodeado de árboles de mandarinas, paltos y naranjas que contrastan con el día gris, vive Estuardo Masías, fundador y propietario de la empresa peruana La Calera.
- Historia viva
“Mi padre compró esta hacienda cuando tenía solo 80 hectáreas”, cuenta Masías, sentado en la comodidad de un porche que da hacia un amplio jardín.
Hoy su empresa tiene más de 4,500 hectáreas en diversos valles del Perú y es la tercera granja de gallinas más grande de Sudamérica. En un día, venden 300 toneladas de huevos a todo el país. No es broma, entonces, el eslogan de la marca: “Los huevos del Perú”. Se le ocurrió a uno de sus hijos, Vasco. “Fue un gol”, celebra el padre.
A sus 79 años, él mismo maneja este territorio junto a los de Pisco e Ica. Dos de sus hijos, asimismo, se encargan de los campos de Nazca, Cañete, Chilca y Lurín. En ellos, no solo se dedican a la avicultura, sino también a la siembra, especialmente de cítricos. De estos terrenos sale el 40% de la exportación de frutas del Perú, según Masías.
“La agricultura, de lejos, da mayores ganancias a la empresa. Pero en una época fue la crianza de aves. Si no fuera por las gallinas, no tendría lo que tengo”, reflexiona.
- Tiempos recios
El pasado mes de junio, Estuardo Masías recibió el premio IPAE 2018, una distinción otorgada en reconocimiento a su labor como empresario. Pero no siempre su vida fue como es ahora. Hubo momentos críticos en el negocio.
“En mi vida me han pasado tres cosas graves: la Reforma Agraria, el terrorismo y Alan García”, dice. “El peor fue García”, comenta entre risas.
Cuando tenía 24 años, Masías compró su primer terreno, un campo de 1,000 hectáreas. Lo tenía que pagar en ocho años y a eso se abocó cada día que pasó.
“Pero faltando dos años, llegó Velasco Alvarado al Gobierno y me quitó todo. A los 29 años era millonario y a los 30 no tenía ni un sol”, recuerda.
Mucho tiempo después, la muerte llegó hasta la puerta de su casa con la peor cara del terrorismo. Al principio, intentaban amedrentarlo colocando banderas rojas en los cerros alrededor de su hacienda. Eran tiempos convulsos en el país y para él no fue distinto. No obstante, lo peor que le sucedió fue cuando miembros de Sendero Luminoso ingresaron a su hacienda y lo atacaron con ráfagas de metralleta desde un carro. Se salvó casi de milagro.
También hubo un momento en el que se dedicó a la crianza de pollos. Vendía cerca de 90,000 al día. Pero la situación económica empeoró tanto durante el gobierno de Alan García, que tenía que sacrificar a los animales porque no se vendían. En muchos de esos momentos, Masías pensó que había tocado fondo.
- El remo y la vida
En la pared de su casa, Masías no solo exhibe, orgulloso, las fotos de sus cuatro hijos y sus 11 nietos, sino imágenes en blanco y negro de su época como atleta. En su juventud, Masías llegó a disputar los Juegos Panamericanos de Chicago 1959 e incluso una Olimpiada, la de Roma, en 1960. Practicaba remo y consiguió subirse al podio gracias a este deporte.
Sostiene que logró salir de las crisis de la vida y del negocio gracias a las enseñanzas que le dio esta disciplina. ¿Cuál fue la clave, ahora que lo ve más claro?
“Cuando remas 2,000 metros, en los primeros 500 sientes que te mueres”, cuenta. “Si pasas esa distancia, te das cuenta de que uno siempre puede más de lo que cree”, añade.
“En mi vida, he pasado tres cosas graves: la Reforma Agraria, el terrorismo y Alan García”, dice. “La peor fue García”, comenta entre risas.
“La vida es así. Se requiere disciplina y creer que uno es siempre capaz de dar más”, indica el empresario.
Hoy La Calera distribuye sus productos a más de 30 países. Exportan 1,000 millones de frutas al mundo, siendo sus principales mercados Estados Unidos e Inglaterra.
- Lecciones para los suyos
Masías pasa cuatro días a la semana en la hacienda La Calera. Se despierta temprano y camina o conduce su camioneta a través de toda su extensión. Allí trabajan más de 3,000 personas y se necesitan 40 ómnibus para trasladar a todos sus colaboradores.
Sin embargo, si se toma en cuenta todo el personal que labora a lo largo de sus campos y valles, son cerca de 6,000 trabajadores que hacen de esta empresa lo que es.
“No pienso en lo que he hecho. Eso es solo material”, señala Masías.
“La agricultura, de lejos, da mayores ganancias a la empresa. Pero en una época fue la crianza de aves. Si no fuera por las gallinas, no tendría lo que tengo”.
¿Qué es el éxito, entonces, para este empresario? ¿Cómo se mide lo que ha logrado y lo que aún busca obtener de la tierra y de su empresa?
“El éxito de mi vida no es mi trabajo, sino mis cuatro hijos y el ejemplo que puedo dejar a mis nietos”, confiesa a sus casi 80 años y sin ánimos de pensar en el retiro. “Pienso trabajar hasta que me muera. Si paro mañana, me oxido”, dice entre risas.
EL DATO
Deporte. Masías ganó nueve veces el campeonato nacional de remo de Estados Unidos en categoría Máster. Asimismo, obtuvo el primer lugar en tres ocasiones en el campeonato nacional de Canadá.
- 8 millones de gallinas tiene, aproximadamente, La Calera. En sus inicios, eran solo 1,000 aves.
- 1% máximo es la merma en la producción de huevos de La Calera.