Deliveroo aún no es rentable, a pesar de un año de pandemia y confinamientos favorables al comercio electrónico.
Deliveroo aún no es rentable, a pesar de un año de pandemia y confinamientos favorables al comercio electrónico.

Las acciones de la plataforma de entrega de comida a domicilio se desplomaron el miércoles en su debut en la bolsa de Londres, tras una salida al mercado que planteó dudas sobre su modelo empresarial y la situación laboral de sus repartidores.

El precio de la acción cayó 26% al cierre respecto a su precio de salida, fijado en 3.90 libras. La acción cerró a 2.87 libras (US$ 3.96 aproximadamente), y su alta volatilidad llegó a provocar una breve suspensión de cotización durante la jornada.

El grupo ya había revisado a la baja su valor en la víspera, situado en 7,600 millones de libras (US$ 10,500 millones) pese a que inicialmente había esperado llegar a los 8,800 millones de libras en la mayor salida a bolsa en el Reino Unido desde el 2011.

La empresa británica, fundada en el 2013 y conocida por su aplicación móvil que permite pedir comida a restaurantes y recibirla a domicilio, hizo su salida a bolsa en una operación reservada de momento a los inversores profesionales, que se abrirá al público general el 7 de abril.

En opinión de Sophie Lund-Yates, analista de Hargreaves Lansdown, este desplome en el precio de las acciones “no es una gran sorpresa dado el contexto que rodea a la empresa”.

“El principal temor gira en torno a la regulación de los derechos de los trabajadores”, afirma, subrayando que “el modelo de flexibilidad laboral de los repartidores es un pilar fundamental de los planes de éxito del grupo”, afirma.

Riesgo de conflicto laboral

La empresa sacó a bolsa el 21.3% de su capital, con el objetivo de recaudar 1,500 millones de libras. Deliveroo, propiedad del gigante Amazon en un 16% antes de la operación, quiere utilizar este dinero para financiar su crecimiento.

Deliveroo aún no es rentable, a pesar de un año de pandemia y confinamientos favorables al comercio electrónico.

La operación ha reavivado el debate sobre la precariedad de los trabajadores autónomos convertidos en símbolos de la “gig economy”, o economía de los pequeños empleos precarios, que juegan un papel crucial en el modelo de negocio de las plataformas digitales.

El sindicato británico de trabajadores autónomos, el IWGB, tiene prevista una acción el 7 de abril para exigir mejores condiciones laborales a Deliveroo.

La empresa, que emplea a 2,000 personas, trabaja con 115,000 restaurantes en 800 ciudades de todo el mundo y cuenta con unos 100,000 repartidores.

La viabilidad de su modelo de negocio preocupa ahora incluso a los inversores más influyentes de la City londinense, como Aberdeen Standard y Aviva Investors.

Competitividad y rentabilidad

“Deliveroo pidió un precio demasiado alto para una plataforma de reparto que está dando pérdidas en un sector muy competitivo y con dudas sobre sus perspectivas de rentabilidad”, resumió Neil Wilson, analista de Markets.com.

Los inversores suscribieron mayoritariamente a la operación, pero no estaban dispuestos a pagar demasiado.

Es posible que algunos inversores se sintieran desanimados por la decisión del fundador y dirigente del grupo, Will Shu, de optar por un sistema de acciones con dos niveles durante un periodo de tres años para mantener el control al tiempo que cede una parte del capital.

“Se trata ciertamente de un resultado decepcionante para una salida inicial a bolsa que en un principio generó mucho entusiasmo, pero la reciente debilidad de los precios de las acciones de muchos de sus homólogos estadounidenses, como Doordash, parece haber quitado algo de brillo al sector”, considera Michael Hewson, analista de CMC Markets.

En su grueso documento de presentación bursátil, la empresa no mencionó los famosos criterios ESG (social, medioambiental y de gobernanza), que se han convertido en casi ineludibles en el mundo empresarial.

En cambio, señaló que ha reservado 112 millones de libras (US$ 154 millones) en el 2020 para hacer frente a las consecuencias de los litigios en curso. En particular, los repartidores están batallando ante la justicia en el Reino Unido en un intento de obtener un convenio colectivo.