Una fuerte demanda de billetes permitió a las principales aerolíneas de Estados Unidos volver a la rentabilidad, pero enfrentan desafíos de costos y mano de obra para recuperar la capacidad previa a la pandemia.
Por primera vez desde el inicio de la pandemia de COVID-19, tanto American Airlines como United Airlines registraron trimestres con ganancias, sin la ayuda de los programas de apoyo gubernamentales.
Delta Air Lines también fue rentable en el segundo trimestre, aunque ya lo había logrado en el tercer trimestre del 2021.
La demanda acumulada llevó a la venta masiva de pasajes aéreos pese a los altos precios.
Los ingresos de American subieron 12% en comparación con el mismo trimestre del 2019, previo a la pandemia, llegando a US$ 13,400 millones en el trimestre de abril a junio, su mejor cifra en la historia.
Los ingresos de Delta saltaron 10% en el mismo período, a US$ 13,800 millones, mientras que los de United subieron 6%, a US$ 12,100 millones.
Pero las tres aerolíneas están volando menos que en el 2019, siendo Delta la que más ha disminuido, con 18%.
Los mayores precios han permitido a la industria aguantar el golpe del aumento del costo del combustible y de los aumentos de salarios.
Pero las empresas del transporte aéreo tienen dificultades operacionales a medida que crecen. Los problemas se agudizaron en junio, cuando el clima, problemas intermitentes con el control de tráfico aéreo y la escasez de personal obligaron a múltiples cancelaciones y demoras.
En general, incluso con los buenos resultados del segundo trimestre, “el negocio es fundamentalmente menos rentable” que antes de la pandemia, dice Peter McNally, analista de la consultora Third Bridge.
Por un lado, aunque los viajes de negocios se reanudan parcialmente, McNally cree que no llegarán nunca a sus niveles previos a la pandemia por la mayor utilización de reuniones virtuales, reduciendo los viajes corporativos que impulsaban las ganancias de las aerolíneas.
Los costos son otro tema. Aunque se espera que el precio del combustible para aviones baje en el tercer trimestre, aún siguen por encima de niveles históricos. Asimismo, la escasez de pilotos y de personal clave también presiona los salarios al alza.
Y aunque los clientes no han huido por los altos precios de los pasajes, hay dudas de que ello se mantenga así por mucho tiempo, en especial en un contexto de inflación persistente.
¿Se enfriará la demanda?
Las aerolíneas han reclutado personal de forma masiva, pero hacer la mayor parte de las nuevas contrataciones lleva tiempo.
“El principal problema en el que trabajamos no es la contratación, sino en una burbuja de formación y experiencia”, según el director general de Delta, Ed Bastian, quien dice que la compañía ha sumado 18,000 nuevos empleados desde el 2021.
“Nuestra plantilla activa está al 95% de los niveles del 2019, pese a que solo se ha restaurado menos del 85% de nuestra capacidad”, afirma Bastian.
Por su parte, American pronostica que su tercer trimestre será entre 8% y 10% inferior a los niveles anteriores a la pandemia, mientras que United ve un descenso de 11% y Delta una caída de entre 15% y 17%.
El momento en que la industria pueda ver la recuperación total de su capacidad es incierto.
“Depende de las cadenas de suministro, los fabricantes aéreos y en última instancia de la disponibilidad de pilotos, para que todo vuelva a estar sincronizado”, afirma el director general de American, Robert Isom.
“No hay un día sin que tengamos problemas con el aprovisionamiento de nuestros aviones con almohadas, mantas, vasos plásticos, comida”, afirmó Isom en una conferencia telefónica sobre resultados. “En varias ocasiones tenemos problemas con el combustible”.
Más allá de estas preocupaciones diarias, las aerolíneas también se enfrentan a desafíos macroeconómicos.
Esto incluye la volatilidad en el mercado petrolero que ha provocado un aumento en los precios del combustible y “la creciente posibilidad de una desaceleración económica o de una recesión”, dijo el director ejecutivo de United, Scott Kirby.
El analista McNally piensa que algunas de las presiones operativas pueden ceder en el otoño boreal cuando se presenten menos viajes por el cambio estacional, permitiendo a las aerolíneas ponerse al día en materia de contratación, entrenamiento y planificación. “Sin embargo, los ingresos también van a enfriarse”, opinó.