La estrategia económica de China en África recibió un nuevo impulso hace unos días con la visita a Kenia del ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, que se reunió con el presidente del país, Uhuru Kenyatta, en la segunda parada de su gira africana, que incluye Eritrea y Comoras.
“Nuestro compromiso es ser un buen amigo y socio de África. Nuestra relación bilateral se ha convertido en un excelente ejemplo de solidaridad, cooperación y desarrollo común entre China y África”, señaló Wang en la turística ciudad costera de Mombasa tras firmar varios acuerdos bilaterales con su homóloga keniana, Raychelle Omamo.
Wang anunció que Beijing planea asignar un enviado especial chino para apoyar “la paz y la prosperidad” en la convulsa región del Cuerno de África.
El ministro rechazó también las suspicacias contra la estrategia del gigante asiático en el continente: lo que los críticos denominan la “deuda-trampa” no es real, según Wang, sino “una narrativa creada por aquellos que no quieren ver desarrollos en África”.
Con la “deuda-trampa”, los detractores del expansionismo chino en África se refieren al supuesto uso estratégico de la deuda para hacer a los países de África cautivos de los deseos y demandas de Beijing.
La gira de Wang, que cumple con la tradición de hace décadas de que el primer viaje del año al extranjero del jefe de la diplomacia china sea en África, reafirma la apuesta de Beijing por su relación económica y política con el continente, que ha convertido al gigante asiático en el primer socio comercial de África.
Una nueva ruta de la seda
Según datos recabados por la Universidad John Hopkins (Baltimore, EE.UU.), entre 2000 y 2019 entidades chinas firmaron más de 1,100 compromisos de préstamo valorados en unos US$ 153,000 millones con gobiernos africanos o con compañías de titularidad pública de los países del continente.
Muchos de estos préstamos se efectuaron en el marco de la iniciativa “Belt and Road Initative” (“Iniciativa del cinturón y la ruta”, BRI), adoptada en 2013 como proyecto estrella para la política exterior del presidente chino, Xi Jinping.
La iniciativa, conocida también como la Nueva Ruta de la Seda, es un conjunto de infraestructuras que busca conectar China por tierra y por mar con Asia, Europa y África, si bien esos contratos en el continente africano han recibidos críticas por su opacidad y por el riesgo de acarrear deudas de difícil pago.
De esa cantidad, unos US$ 45,800 millones (el 30%) se habrían destinado a iniciativas relacionadas con el transporte, con importantes proyectos como la línea de tren entre Nairobi y Mombasa en Kenia que se sitúa, junto a Etiopía y Angola, como principal receptor de créditos provenientes del gigante asiático.
“China ha sido ese amigo que siempre está allí cuando pedimos alianzas que nos permitan lograr lo que necesitamos. Camina con nosotros de la mano”, dijo el presidente keniano, Uhuru Kenyatta, tras reunirse con Wang.
El segundo sector al que más dinero ha destinado China en sus préstamos a África es el de la energía -el 26% del total- y el tercero la minería, siendo en ambos mercados Angola el primer receptor.
El país asiático también está detrás de la financiación y la construcción de importantes edificios del continente, empezando por la sede de la propia Unión Africana (UA) en Adís Abeba.
Una nueva estrategia
Pese a esto, a medida que aumentaban las críticas, el gigante asiático ha ido rebajando la financiación: entre 2017 y 2019 entregó unos US$ 30,200 millones, cantidad que apenas supera los US$ 29,500 millones que concedió tan solo en 2016.
Ese año representó el máximo de la financiación china en África, precisamente debido a un préstamo de US$ 10,000 millones que Angola utilizó para recapitalizar Sonangol, la empresa estatal que controla la producción de petróleo y gas natural.
No solo se ha reducido la inversión china en el continente, sino que su estrategia ha cambiado, señaló en una entrevista con Efe el investigador keniano Cliff Mboya, especializado en las relaciones entre África y China.
“Ha habido un cambio: de la deuda centrada en megainfraestructuras que se asoció a la BRI a otras formas de crédito menos arriesgadas que incluyen asociaciones público-privadas. Ahora está más centrado en el sector privado”, según Mboya.
En la octava conferencia ministerial del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), que se celebró el pasado noviembre en Dakar, Beijing se comprometió a invertir otros US$ 60,000 millones en el continente hasta 2035 en áreas como la agricultura, la manufactura o la infraestructura, y también en otras menos tradicionales como la protección ambiental o la economía digital.
El viaje del ministro chino tuvo lugar después de que el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, visitara el pasado noviembre Kenia, Nigeria y Senegal para contrarrestar la influencia china en África.