El Banco Mundial (BM) revisó al alza la proyección de crecimiento de la economía peruana, aumentando de 2.5% a 2.7% para este año, tras una contracción en 2023 debido a eventos climáticos adversos, malestar social y débil confianza empresarial.
De esta manera, la entidad internacional se acerca a las cifras oficiales de 3% que tiene el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP).
Los factores para este impulso es que la flexibilización monetaria debería reforzar el gasto privado. Además, se prevé que el gasto público contribuirá a la recuperación, especialmente con una mejor ejecución del gasto de capital a nivel subnacional en el segundo año de su mandato, mencionó en su reporte.
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En su informe también precisó que superar los desafíos estructurales relacionados con los empleos de baja productividad y los servicios públicos de baja calidad es fundamental para impulsar el crecimiento a largo plazo y reducción de pobreza.
Sin embargo, el BM mencionó que, entre los riesgos para este año, se encuentra la incertidumbre política. Últimamente se cuestiona a la presidenta Dina Boluarte por el uso de bienes suntuarios, como el caso Rolex. Por el lado externo, se está a la expectativa de una posible desaceleración del crecimiento de China, principal socio comercial del Perú.
Latinoamérica
De acuerdo con el Banco Mundial, América Latina y el Caribe llegan a una coyuntura crítica. Si bien en las últimas décadas lograron avances significativos en la estabilización económica, el crecimiento se estancó. Por ello, estiman que el PBI regional se expandirá un 1.6% en 2024.
Además, esperan un crecimiento del PBI de la región de 2.7% y 2.6% para 2025 y 2026, respectivamente. ”Estas son las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad. Muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia”, señaló.
En esa línea, la entidad internacional señaló que se necesitan medidas urgentes para revertir el rumbo. En su nuevo informe “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?” destaca áreas potenciales de acción, enfatizando de qué manera aprovechar las políticas e instituciones de competencia es clave para cualquier estrategia con impacto.
“El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es solo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
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Refirió que los factores detrás de estas cifras incluyen bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés y elevados déficits fiscales, la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7.
El BM indicó que un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.
El buen manejo de la inflación ha sido un punto positivo en la región, reflejo de décadas de reformas macroeconómicas sólidas. La inflación regional, excluyendo Argentina y Venezuela, se sitúa en el 3.5%, frente al 5.7% en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), afirmó.
La entidad refirió que en la mayoría de los países, las expectativas inflacionarias siguen ancladas y se espera que los bancos centrales alcancen sus objetivos en 2024. Para capitalizar este progreso y reavivar las economías, la región debe abordar desafíos de larga data. Las reformas en infraestructura, educación y comercio son fundamentales para mejorar la productividad y la integración al mundo.
“A medida que retrocede el impacto de la pandemia, las tasas de crecimiento de la región vuelven a los niveles de la década de 2010. Esto muestra que la región no ha abordado los problemas persistentes que bloquean su potencial, incluidos los bajos niveles de educación, infraestructura deficiente y altos costos de inversión, que también alimentan el descontento social”, expresó William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Bajo ese contexto, Maloney mencionó que una agenda que impulse el crecimiento aborda seriamente estas brechas. “De lo contrario, la región quedará estancada y no podrá atraer inversiones ni aprovechar nuevas oportunidades, como la relocalización de industrias o la economía baja en carbono. La mejora de los sistemas de competencia debería ser parte de estas estrategias, lo que beneficiaría a los consumidores y las empresas”, añadió.