Juan Carlos Fisher Tudela, Empresario y miembro de Rock the Bubble, escuela de escritura creativa
Para mí, Rodrigo García respondía únicamente al nombre del querido hermano de mi abuela paterna. Grande fue mi sorpresa cuando, gracias a un gran amigo, cayó en mis manos un ejemplar de la obra escrita por un autor que llevaba el mismo nombre, pero sin duda, un distinto linaje.
Si es difícil llenar con líneas un papel en blanco, imaginemos cómo debe serlo cuando se es hijo de un genio deslumbrante como Gabriel García Márquez. No obstante, y como reza el dicho “quien lo hereda, no lo hurta”, Rodrigo García es dueño de una prosa impecable. En su libro “Gabo y Mercedes: una despedida” nos regala un relato personalísimo y entrañable de los últimos días de sus padres. Con una finura excepcional y sin mayor dramatismo que el relato en sí mismo, nos pasea por pasajes memoriosos de recuerdos infantiles y reflexiones de adultez extrema, como cuando un día se da cuenta de que su padre ya se empieza a despedir: “Pienso que esto ya se termina… Pero aún hay tiempo. Todavía no hay que preocuparse demasiado”.
La muerte no es un tema que domine, a pesar de que anduvo de visita con la partida de los seres más queridos que haya tenido, sin embargo, esta obra me está cambiando drásticamente la visión y el recuerdo que tengo sobre ella. Su realismo, conmovedor hasta los huesos, no pretende en modo alguno ahondar en sentimientos, solo contar, desde una perspectiva madura y sin adornos, el proceso inevitable por el que todos algún día tendremos que pasar.
No ha omitido detalles, ni los más escabrosos. Los breves diálogos con los que matiza los recuerdos de sus padres le dan una vitalidad inesperada a la lectura, normalizando aún más la normalidad misma, si me permiten tanta redundancia.
¿Qué puede llevar al hijo de uno de los escritores mas famosos de la lengua española a entrar en un mundo que, si bien nunca le fue ajeno, no le era propio? ¿Cómo se habrá animado a dar un salto del filtro de una cámara de cine a la pluma y el papel? Eso solo lo podría contestar él, aunque me animo a una teoría: quizás se inspiró en una de las célebres frases de su irrepetible padre: “Cuando esté muerto, hagan lo que les dé la gana”.
DATO
El libro fue originalmente escrito en inglés. La intención era que cuando se publicara, fuera traducido luego al español.
CLAVES
Memorias. Rodrigo García nunca pretendió escribir las memorias familiares. Simplemente empezó tomando notas de lo que estaba pasando para no olvidar. Esperaría la muerte de su madre para publicarlas, respetando su privacidad y el cuidado que ella daba a su vida privada.
Funerales. De una u otra forma, este libro evidencia la importancia de los rituales frente a la muerte. El poder despedirse es uno de ellos.
Padre. Gabriel García Márquez no iba a funerales.