Valeria Pareja vive en un mundo de números desde los 3 años, cuando participó en sus primeras competencias. Ahora con 14 ganó la Olimpiada Panamericana Femenina de Matemáticas donde las participantes contestaron 72 preguntas en cada prueba que duró 4 horas y media.
Un talento que se forja desde los tres años
Sus profesores convencieron a sus padres de representar a su colegio y eso se hizo común, así como el inclinar la cabeza para recibir cada medalla que a la fecha suman más de 100. Los primeros logros le ocasionaron tanta alegría a ella y su familia, que notó su talento desde pequeña.
Por eso, Pareja se concentra en sus clases de colegio de lunes a sábado de 8 a.m. a 2p.m. Y en las tardes destina algunas horas de estudio extra que programa con disciplina. Todo ello para estar en la EGMO (Olimpiada Femenina Europea de Matemáticas) el próximo año y en la Olimpiada Matemática de Países del Cono Sur. “Aspiro a estar ahí”, sostiene Pareja a través de una llamada desde Barranca. Así, detalla que espera entrar a varias competencias para representar a su país y para ello ha organizado un calendario anual de su preparación.
“Aún no decido qué estudiar, pero debe ser alguna rama de la ingeniería. Me atrapan las carreras que tienen cursos de dibujo porque se relacionan con la geometría”.
“Diría que geometría es el área de las matemáticas en que mejor me desempeño y los ejercicios me salen más”, resalta la adolescente. Por eso desea estudiar alguna rama de la ingeniería. Podría ser telecomunicaciones o industrial. “Aún no me decido por completo, pero he investigado todas las ramas de la ingeniería y esas dos me llamaron la atención porque sus cursos me atraparon. Se lleva dibujo, algo que tiene que ver con la geometría”, explica.
Su mayor sueño es terminar el colegio, postular a la universidad y estudiar una carrera para ayudar a sus padres y a que su empresa del sector automotor sea más reconocida. Mientras tanto, aprovecha alguna de sus horas libres para jugar vóley, ver series o televisión y competir en videojuegos con su hermano. “Ahora estoy viendo “Squid Game”, me gustan las historias de crimen y suspenso”, dice al describirse como una chica sencilla que dedica todas sus horas libres para sí misma.
Un año de esfuerzo recompensado
Con apenas 5 años, Angie Alcántara ya se preparaba para concursos de matemática que debía cursar en primaria. “No recuerdo la primera vez que fui a uno, pero apuesto que no me fue muy bien”, cuenta la joven de 15 años. Su nivel era superior al del resto de compañeros de su colegio estatal, por lo que cada vez que quería ejercicios más retadores se los pedía a su mamá, que también es profesora.”Me parecía fácil lo que me enseñaban, entonces pedía más ejercicios difíciles”, recuerda.
Su hermano, antes que ella, se había convertido en el primero de la familia en participar en olimpiadas internacionales de matemática y fue el que la motivó a seguir ese camino.
En secundaria las cosas cambiaron. Ingresó al colegio Saco Oliveros, y ya no era la alumna a la que todos preguntaban el resultado de un ejercicio. “Encontré a varios chicos que sabían bastante, es otro ambiente”, comenta Alcántara.
Geometría y aritmética se convirtieron en sus áreas preferidas de los números, señala la adolescente que planea estudiar Ingeniería Mecatrónica o Ciencias de la Computación. “Por las tardes llevo un curso de programación porque participo también en olimpiadas de informática”, explica la alumna, que destaca menos en letras pues le es complicado recordar información sobre historia.
“Por las tardes llevo un curso de programación porque también participo en olimpiadas de informática. Planeo estudiar Ingeniería Mecatrónica o Ciencias de la Computación”.
Sus horas libres están dedicadas a actividades sencillas como jugar con sus perros, ver series. “Me gusta relajarme de esa manera”, resume tras ganar la Olimpiada Panamericana Femenina de Matemáticas. “Me siento satisfecha de los resultados después de todo lo que he estudiado. Este cuarto de secundaria ha sido el mejor de mis años hasta ahora porque me ha ido bien en los concursos, pero en tercero de secundaria estudiaba bastante y las cosas no se daban. Así que me siento feliz”, concluye la menor que sueña con darle a su familia una mejor calidad de vida.