Después de las obras de arte, la música y el cine, los juegos de videos son el nuevo terreno de los bienes digitales no fungibles, conocidos como NFT, que rompen récords en las subastas, pero cuya masificación sigue siendo lenta.
Los NFT designan a un certificado de autenticidad por un ítem digital y su propiedad queda registrada por las cadenas de bloques (blockchains), que es la misma tecnología de las criptomonedas.
Desde el arte a la moda, las industrias creativas se sumaron rápidamente a este experimento mostrando una capacidad de innovación que generó entusiasmo, pero también escepticismo en el sector tecnológico.
Ahora conocidas casas de subastas como Sotheby’s venden NFT al igual que otras obras de arte y el director de cine Quentin Tarantino está liado en una querella por querer vender fragmentos no utilizados de su película de culto “Pulp Fiction” como NFT.
Ahora el gigante francés de los juegos de videos Ubisoft acaban de lanzar 2,000 unidades de este activo para hacerse con equipamientos como armas, cascos y vehículos para su juego “Tom Clancy’s Ghost Recon Breakpoint”, lo que puede ser una primera etapa para masificar este tipo de comercio.
“Hoy los NFT siguen siendo un nicho de mercado. Nosotros, al contrario, somos una industria muy popular. La idea es lograr un encuentro entre los dos universos de la mejor forma posible”, explicó Nicolas Pouard, vicepresidente del laboratorio de innovación estratégica de Ubisoft.
Y Ubisoft no está solo en este emprendimiento. Su competidor estadounidense Electronic Arts (creador de “Les Sims” y “Fifa”) anunció que se lanzará en esta carrera y el fabricante de juegos para móvil Voodoo tiene previsto invertir US$ 200 millones en estudios orientados a las cadenas de bloques que permiten la autentificación de los NFT.
“Jugar para ganar”
El modelo “Juega para ganar”, como funcionan las ficciones “Axie Infinity” y “Sorare” permite a los participantes hacerse con criptomonedas y NFT y registra un auge sin precedentes.
“Imaginen cuántos años jugamos por nada. Hoy se pueden usar dos horas diarias para jugar un juego extraordinario y uno puede ganar una fuente de ingresos adicional”, explicó Franklin Ovalles, un estadounidense de cerca de 40 años que es un coleccionista de NFT.
Sin embargo, toda la industria no está en la misma sintonía. “Yo creo que hay muchas especulaciones y experimentaciones en este momento y que algunas de las creaciones que veo buscan más el beneficio que el ocio”, señaló a mediados de noviembre el jefe de la división de juegos de Xbox de Microsoft, Phil Spencer, al portal estadounidense Axios.
La primera incursión de Ubisoft en este terreno le permitió colocar 2,000 activos digitales en media hora, mientras que el desarrollo de cripto-bienes, la categoría de objetos virtuales a la que pertenecen los NFT y los bitcoines, parece no tener límites.
Para Pascal Gauthier, director de Ledger, una plataforma de carteras seguras que permiten guardar estos activos, en los próximos años, esto podría atraer a mil millones de personas o más.
Pero, actualmente el mercado cuenta con una minoría de inversionistas y no está exento de riesgos.
“Sólo un 28.5% de los NFT comprados durante su creación y vendidos después en una plataforma generan beneficios”, afirmó la consultora especializada Chainalysis.
¿Un salto a la literatura?
“Mientras las tasas de interés sigan bajas y el dinero sea casi gratis, la gente va a seguir asumiendo riesgos en el universo de los NFT. Dicho esto, a mí no me sorprendería si algunos de los NTF más especulativos perdieran la mayoría de su valor en algunas semanas”, advirtió Jonathan Teplitsky, responsable de una agencia especializada en NFT.
Esto, sin embargo, no desanima a algunos sectores del mercado de la cultura.
El emprendimiento francés Edith & Nous, que gestiona la relación entre autores y editores, y asegura el envío de manuscritos gracias a las cadenas de bloqueo digitales, aspira a lanzar NFT en el dominio literario y de la edición.
“Esto constituye un inmenso potencial”, explicó Valentin Vauchelles, director general de esta compañía, citando también una fuente de “prefinanciamiento para los aspirantes a autores”.