The Economist: OpenAI y Microsoft tienen mucho que decir sobre el futuro

Estas empresas son las mayores proveedoras de inteligencia artificial (IA) en el mundo, la cual tiene cautivado al mundo empresarial. OpenAI le ha otorgado su tecnología en licencia exclusiva a Microsoft. La gigante del software está en proceso de incorporarla en sus productos, desde Word hasta Windows.

La relación entre estas dos empresas también está bajo la lupa; en semanas recientes, ha estado bajo la mirada escudriñadora de los reguladores antimonopolio de la Unión Europea y el Reino Unido. Sam Altman, el jefe de OpenAI, fue despedido en noviembre por el consejo de la empresa, aunque unos días después lo volvieron a contratar.

Satya Nadella, el jefe de Microsoft, empresa propietaria del 49% de la empresa emergente, apoyó a Altman durante esa difícil experiencia. Ese lío hizo que muchos se preguntaran qué riesgos podría generar la relación que Altman ha descrito como el “mejor bromance del sector tecnológico”.

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Cuando ambos se sentaron con The Economist en Davos el 17 de enero, lucían animados y parecieron estar en sintonía la mayor parte del tiempo. Según ellos, su alianza es “genial” e “increíble”. Repitieron en varias ocasiones que concuerdan en muchos puntos.

Uno de esos puntos es que su relación fomenta la competencia. “Puedes ver la opción de integración vertical y puedes ver nuestra alianza, y puedes decidir cuál favorece más la competencia”, indicó Altman. Otro es que 2024 será un año trascendental para la IA.

La enorme apuesta de Microsoft en esa tecnología este mes le ayudó a destronar a Apple, que era la mayor firma del mundo. Ahora, su valor es de cerca de 3 billones de dólares. Su siguiente informe trimestral de beneficios será la primera pista de cuánto están dispuestos los clientes corporativos a invertir en IA.

Aunque algunos observadores no están nada impresionados con los avances del modelo más reciente de OpenAI, GPT-4, Altman ha mencionado habilidades nuevas, como mayor capacidad de comprender y producir audio. Nadella subraya que los modelos mejorarán en todas las tareas, desde escribir ensayos hasta producir código informático. “En realidad, creo que la magia está en su generalidad”, comentó Altman.

La naturaleza multipropósito de la IA es el motivo por el que Altman considera que esta tecnología es “una nueva computadora”. Nadella tiene una percepción similar. Afirma que “desde la computadora personal, no habíamos tenido […] el motor real para hacer más cosas con menos trabajo”. El equipo de cadena de suministro de Microsoft ya utiliza la IA para ayudar a modelar el impacto de sus decisiones, sin tener que esperar los resultados del departamento de Finanzas al final del trimestre.

El hecho de que la IA pueda remplazar a trabajadores especializados, como los contadores, genera inquietud por sus posibles efectos en el mercado laboral. Un artículo reciente del FMI sugiere que las personas con una carrera universitaria son las más expuestas a disrupciones, pero también las que están en mejor posición para beneficiarse.

Tanto Nadella como Altman están convencidos de que, aunque la IA acabe con algunos empleos, creará más empleos nuevos. Nadella cree que es posible que dinamice más el mercado laboral, pues les permitirá a las personas adquirir nuevas habilidades y cambiar de trabajo más rápido. En su opinión, eso hará que aumenten algunos sueldos y que otros se “mercantilicen” (en otras palabras, que bajen).

La disrupción será aún más drástica con el surgimiento de la inteligencia artificial general (IAG), pues, de lograrse, su desempeño sería mejor que el de los seres humanos en la mayoría de las tareas intelectuales. Los fatalistas de la IA creen que esto crearía cierto caos económico, o incluso un apocalipsis robótico.

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De cualquier forma, producir IAG es la meta que se ha fijado OpenAI. Altman afirma que los avances en IAG son “sorprendentemente continuos”. Los compara con la evolución del iPhone: ningún modelo específico representó un avance tremendo, pero el salto de la primera versión a la más reciente ha sido extraordinario. Por eso, espera que las quejas derivadas de la primera IAG sean pasajeras. “Habrá conmoción en el mundo unas dos semanas y luego la vida seguirá adelante”, dijo.

Ni Nadella ni Altman hablaron de la fecha en que podría aparecer la IAG. Nadella cree que, para cuando lo haga, su uso estará regulado: “Claro que los Estados nación podrán opinar… sobre qué está listo para distribución y qué no”. Altman coincide en general, pero es más cauteloso. Destaca que los reguladores tendrán que evaluar los riesgos y capacidades de la IA como ocurre con los aeroplanos, que traen enormes beneficios, aunque a veces se estrellan.

En este sentido, en vista de los “tremendos beneficios” de la IA, sería un error detener su avance. La seguridad no debe basarse en la pregunta binaria de si debemos usar o no usar una tecnología; lo realmente importante son “todas las decisiones pequeñas que se toman en el proceso”. Pone como ejemplo el lanzamiento de GPT-4, que se pospuso siete u ocho meses.

Altman, el eterno tecno-optimista, insiste en que “la prosperidad tecnológica es el ingrediente más importante para un futuro mucho mejor”. El tono de Nadella, un veterano del mundo empresarial, es más formal. Hace referencia a las 20 reuniones que tuvo ese mismo día con ejecutivos de distintas industrias, en las que les habló “de algo que están haciendo en lo que puedo contribuir”. En otras palabras, fortalece las relaciones de Microsoft, como todo un líder en Davos.

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