Al iniciar el estado de emergencia en la quincena de marzo, solo existían en el país tres proveedores de pruebas rápidas de detección del nuevo coronavirus y hoy en día son más de 100, lo que las ha vuelto cada vez más accesibles y cómodas, indicó el presidente del sector de Material e Instrumental Médico del gremio de Salud de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), Sandro Stapleton.
En la quincena de marzo, las tres primeras droguerías en importar estas pruebas abastecieron al Estado peruano, y a partir de allí decenas de droguerías obtuvieron permisos para importar estos productos, principalmente de China -donde se concentra el 85% de los fábricas productoras de estas pruebas- Corea del Sur, Europa, Estados Unidos y Canadá.
“Solo las droguerías pueden sacar una autorización de importación excepcional por el tiempo de emergencia, para traerlas (las pruebas rápidas) o sacar un registro sanitario sobre el producto”, explicó el representante de la CCL a Gestion.pe.
Inicialmente, no se exigía certificaciones para la importación de estas pruebas, por lo que su precio en el mercado se encontraba en S/ 20. Con nuevos requisitos establecidos, su precio unitario subió a unos S/ 80, pero hoy en día, con la mayor competencia, su precio oscila entre S/ 20 y S/40 en el mercado nacional.
Al igual que el número de proveedores, fueron incrementándose los volúmenes importados. En marzo llegaron al país unas 400,000 pruebas rápidas destinadas a las entidades del Estado, en abril ascendieron a 800,000 unidades; y los volúmenes siguieron aumentando en mayo (unos tres millones) y junio (cuatro millones), al ser adquiridas también por el sector privado.
Este incremento en la importación también se debe a una mayor oferta en el extranjero. La mayoría de fábricas en el exterior han dejado de elaborar otros productos para concentrarse en estos test. “Todo el mundo se puso a trabajar en la elaboración de estas pruebas, las fábricas se han concentrado en lo que vende”, agregó. Por ello, si una droguería hace un pedido de un lote de estas pruebas, este le llega en un plazo promedio de 15 días.
Stapleton sostiene que las pruebas rápidas, por su simplicidad, no requieren de la intervención de un médico para su aplicación, por lo que deberían volverse aun más accesibles para el público en general al permitirse su venta en las farmacias o boticas. “Esto le permitiría a las personas hacerse la prueba con mayor frecuencia y tener la tranquilidad de saber si están o no contagiadas”, comentó.
Por otro lado, indicó que en el país hay hasta seis droguerías proveedoras de pruebas moleculares de diagnóstico del COVID-19, que a su vez deben entregar a los laboratorios la maquinaria indispensable para su aplicación. Hasta la fecha hay ocho laboratorios autorizados por el Ministerio de Salud (Minsa) para aplicar las pruebas moleculares, que incluyen el del Instituto Nacional de Salud (INS) y otros del sector privado.
Las pruebas rápidas o serológicas no detectan propiamente al virus SARS-CoV-2, que causa el COVID-19, sino la respuesta del sistema inmunológico contra dicho patógeno, en tanto que las pruebas moleculares detectan el material genético del virus, y requieren de un procedimiento más largo y complejo que las primeras.