El mensaje presidencial del 28 de julio siempre se espera con expectativa. En este caso, lo que tuvimos fue un discurso de 72 páginas, el más extenso de los últimos años. Mucho de lo que se mencionó fue una serie de cifras y avances en los primeros meses de Gobierno.
La esencia quedó para el final, en el que se anunciaron medidas que dejan varias dudas. En muchas de las medidas vemos que el esfuerzo fiscal será importante en una coyuntura donde el espacio fiscal está bastante reducido. Las señales enviadas son adecuadas, pero falta mucho detalle por aclarar.
Las facultades legislativas solicitadas permitirán ir apreciando en su real dimensión la naturaleza y cuantía de las medidas prometidas. El tema de la remuneración mínima vital debe discutirse en el Consejo Nacional del Trabajo (CNT) y para ello se necesitará el consenso de las partes. Por ello, el resultado es incierto. Lo mismo ocurrirá con todas las medidas porque dependerán de la voluntad del Congreso de la República.
Hubo varios anuncios que tuvieron cierto aire populista, como el aumento del presupuesto del programa del Vaso de Leche cuando está documentado que ese programa es ineficiente y tiene muchas filtraciones. También se han anunciado medidas que apuntan a la reactivación de la economía. Sin embargo, para que estas sean efectivas se necesitan más que recursos o iniciativas. Lo más importante es cambiar las expectativas que siguen siendo negativas.
Tiene que cambiar la sensación de las personas con respecto al futuro para que la inversión y el consumo se reactiven. La reducción de la conflictividad es condición importante para la reactivación de la economía. Se pueden inyectar recursos y dotar de créditos a las empresas, pero si el panorama no es el adecuado no necesariamente se dará la mayor actividad económica. Por ello, el tema político era importante e iniciar la discusión de medidas que permitan recuperar la confianza.
Hoy más que nunca nos encontramos en una trampa donde las expectativas son muy importantes. También es fundamental, aunque fue tocado de manera general en el mensaje, el tema de la eficiencia del Estado en la provisión de bienes y servicios a la población y su rol regulador, que muchas veces es confusa y excesiva.
Es importante que el Estado sea más agresivo en la atracción de la inversión como lo están siendo otros países. Un proyecto de inversión grande del tipo minero o de infraestructura que empiece de inmediato sería una buena señal. En este sentido, el proyecto de petroquímica del sur será una prueba interesante para ver si se puede empezar a ejecutar en poco tiempo.
Quizás sea esa una prueba de fuego para ver si las regulaciones se pueden simplificar, pero sin perder efectividad. Por todo ello, tendremos que “ver para creer” si todo lo que se ha ofrecido empieza a funcionar. Esperemos, por el bien del país, que sea así.
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