Salud. El Gobierno suele repetir que toda crisis es una oportunidad. Aunque en los temas económicos y sociales da pocos pasos. Y la del covid-19 pone en evidencia debilidades estructurales –que han obstaculizado la respuesta a la emergencia– que tienen que comenzar a ser superadas. La constatación más alarmante es la precariedad del sistema de salud, de la cual tanto anteriores gobiernos como el actual no se han ocupado.
Recién ayer, luego de días de insistencia de los periodistas y de silencios por parte del ministro de Salud, el mandatario brindó información desagregada de cuántas camas con ventiladores mecánicos existen en todo el país (525 camas UCI, ocupadas: 385, disponibles: 140). Lo preocupante es que Vizcarra relató que se tuvo que indagar en cada una de esas entidades y aun así la data no estaba completa, pues algunos gobiernos regionales ignoraron el requerimiento del Ejecutivo (en una situación de emergencia, “no me dieron información” no es una respuesta válida).
Es que las entidades que prestan y administran el servicio de salud (Minsa, Essalud, gobiernos regionales, Policía, Fuerzas Armadas y privados) están acostumbradas a operar cada una por su lado, sin coordinar ni compartir información, mucho menos atender a pacientes que no son “suyos”.
La mala atención y la indolencia han sido características de los establecimientos de salud. Si bien la crisis ha sacado a relucir la entrega y el compromiso de la inmensa mayoría del personal sanitario, a pesar de las paupérrimas condiciones en las que tiene que trabajar, el trato recibido por pacientes con covid-19 tendría que mejorar sustancialmente. Pero también el equipamiento que debe tener este personal para poder cumplir sus labores. Sin mascarillas, guantes o mandiles de protección no podrán trabajar.
Otra falencia es la lenta capacidad de reacción de quienes gestionan los centros de salud. Hace una semana, la Contraloría detectó que la mayoría de ventiladores mecánicos en el flamante hospital de Ate, designado para casos graves de covid-19, no funcionaba. Hasta ayer, seguían inoperativos. Y ni hablar de la compra de pruebas o implementos. No basta con que el ministro de Salud, Víctor Zamora, ofrezca disculpas, tiene que tomar decisiones, para eso dirige el sector.
Para empezar, habría que repensar el rol de los gobiernos regionales en salud pública, pues ha quedado demostrado que no dan la talla. También hay que eliminar la idea de que llegar a dirigir un hospital es un hito en la carrera médica –hay otros profesionales mejor preparados–. Estas y otras urgencias tienen que ser atendidas ahora.