MACHU PICCHU. Semanas atrás, desde estas líneas señalamos que el turismo internacional logró recuperarse del golpe que le asestó la pandemia y que incluso en Sudamérica países como Argentina, Brasil y Chile superarían este año los niveles prepandemia. Sin embargo, una excepción será el Perú. pues este año la meta de Mincetur es captar 2.2 millones de visitantes foráneos este año, la mitad de los arribos registrados el 2019 (4.37 millones). (Gestión 13.09.2023).
Si bien las causas de este rezago son múltiples, lo que viene sucediendo con la venta de entradas para ingresar a uno de los atractivos turísticos más importantes del país perjudica nuestra imagen internacional y afecta directamente la llegada de turistas, ello debido a las largas colas que se generan para adquirir una de las mil entradas que se expenden de manera física en Aguas Calientes y que por lo general obligan a los turistas (aquellos que cuentan con la disponibilidad y la paciencia) a esperar uno o dos días en dicha localidad antes de poder subir a Machu Picchu.
Para mejorar la situación, el Ministerio de Cultura anunció en septiembre, que a fines de octubre el 100% de las entradas se venda de manera online. Sin embargo, la medida contó con la oposición de los habitantes de en Aguas Calientes y otras zonas aledañas, quienes iniciaron una serie de protestas que han obligado al gobierno a frenar su decisión y anunciar que recién en diciembre se aplicaría al medida “siempre que se logre un consenso social”, tal como informamos en esta edición (página 2).
El temor de los protestantes es que la digitalización total tendría un efecto inmediato negativo en la economía local. Sin embargo, es claro—y el Gobierno lo sabe— que ese dinamismo, viene de la mano de experiencias negativas para los turistas las cuales se traducen, a su vez, en menos turismo, lo que a largo plazo generará que los ingresos económicos de estas localidades se vean afectados.
Pasar a un esquema de venta electrónica mejoraría la experiencia general del turista, tanto nacional como extranjero. Y otorgar el mejor servicio posible al turista es un objetivo evidentemente deseable. Siendo así, si bien el Gobierno debe apostar por el diálogo y explicar las bondades de optar por una venta 100% digital, no puede condicionar la fecha de inicio para la aplicación de la medida al logro del consenso.
La cita que tendrá este sábado la ministra de Cultura Leslie Urteaga con los representantes del Frente de Defensa de los intereses de Machu Picchu será importante para conocer si el consenso es posible. En este diálogo la ministra debe hilar fino para llevar su mensaje, pero mostrando firmeza. ¿Estará a la altura?