El toque personal en las cartas corporativas no está del todo muerto. Se puede apreciar en la reciente misiva que remitió a inversionistas Larry Fink, CEO de BlackRock, la administradora de activos más grande del mundo, así como en las que redacta Warren Buffett, el más célebre inversionista estadounidense, y Jamie Dimon, el mayor banquero de Wall Street (CEO de JPMorgan Chase). Para explicar la importancia de ahorrar para la jubilación, Fink cuenta un motivador relato sobre sus progenitores. Buffett escribe acerca de su sensata hermana (hoy muy adinerada). Dimon suena como si cargase al planeta sobre sus hombros.
El menos íntimo es el CEO de Amazon, Andy Jassy. En su carta a accionistas de la compañía, el 11 de abril, pareció representar a un aguerrido y poderoso jefe. Pero ese día, la capitalización bursátil de Amazon se disparó US$ 30,000 millones hasta alcanzar un récord de US$ 2 billones, monto que equivale a un retorno de inversión (ROI) de US$ 6 millones por palabra.
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Estas cartas significan más que autopromoción. Brindan una idea de cómo ven el mundo los mandamases corporativos de Estados Unidos. Un par de ellas, de Dimon y Jassy, son particularmente relevantes para la presente temporada de presentación de estados financieros. Luego de un primer trimestre boyante, cuando la bolsa subió esperanzada en la disminución de la inflación, reducción de tasas de interés y un aterrizaje suave de la economía del país, ahora el ánimo no es tan bueno.
La principal presión sobre las empresas será demostrar su valía. El reciente rally ha elevado los precios de acciones de las compañías que conforman el índice S&P 500, cuyo ratio precio/utilidad se ve alto comparado con el promedio de los últimos cinco años. Pero la inflación no ha bajado tan rápido como se esperaba —por ende, tampoco las tasas de interés—. En otras palabras, para que esas valorizaciones estén justificadas, las ganancias tienen que aumentar.
Debería ser fácil para beneficiarias del boom de la inteligencia artificial (IA): Amazon y Microsoft, proveedoras de potencia de computación; Nvidia, que las suministra con chips de IA; y Meta, cuyo negocio de publicidad se ha robustecido con dicha tecnología. Será difícil para las demás. A menos que estas también muestren fuertes ganancias, el ánimo del mercado podría agriarse.
En las teleconferencias de presentación de resultados, la gran pregunta para las grandes tecnológicas será si sus inversiones en infraestructura y servicios de IA están generando más ganancias. Dimon escribe que la IA puede ser tan transformativa como “la imprenta, el motor a vapor, la electricidad, la computadora e Internet”, pero también aclara que dicha tecnología recién está en sus inicios. Para otras compañías, la principal preocupación de sus CEO es el ciclo económico.
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Las expectativas de un aterrizaje suave han dado lugar a las de un “no aterrizaje”: crecimiento e inflación altos por bastante tiempo, lo que mantendrá elevadas las tasas de interés de largo plazo. Si estas proyecciones se hacen realidad, los inversionistas preguntarán si ingresos y ganancias podrán crecer lo suficiente para compensar las caras tasas de interés. Si no es así, temores de estanflación, que desaparecieron el año pasado, podrían resurgir.
En ese sentido, Dimon es casi profético. Escribe que el gasto de consumo y, por ende, la economía estadounidense, se han mantenido resilientes, gracias en parte al fuerte gasto del Gobierno. Pero destinar tanto dinero público a inversiones en energía limpia, defensa, etcétera, genera el riesgo de que la inflación no ceda —y las tasas de interés sigan altas—. Y la incertidumbre es agravada por “una de las más traicioneras eras geopolíticas” desde la Segunda Guerra Mundial.
Días después de la publicación de la carta de Dimon, sus palabras retornaron para acosarlo. Temores de un prolongado periodo de tasas de interés caras contribuyeron con una rara caída del precio de la acción de JPMorgan Chase, pese a sus decentes resultados del primer trimestre. En tanto, las tensiones en Medio Oriente ponen mayor presión al precio del petróleo, intensificando miedos inflacionarios. Jassy también aludió a la incertidumbre económica. Aunque los consumidores siguen gastando, advierte que lo hacen con cautela: economizan lo más que pueden.
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Dimon y Jassy lideran gigantes. Las compañías más grandes tienden a beneficiarse más con un rápido crecimiento de la economía, pues se reduce el temor a una crisis crediticia que llegue a restringir el acceso a capital. Compañías grandes y con liquidez, como petroleras y vendedoras de remedios antiobesidad, podrían reforzar las narrativas de fuertes ganancias de grandes tecnológicas y bancos. Las de menor tamaño y más endeudadas tendrán dificultades si sus costos financieros no disminuyen.
Asimismo, Dimon puntualiza que cerca del 40% de estadounidenses no tiene ahorrados US$ 400 para hacer frente a pagos de emergencia como facturas médicas o reparación de autos. Su carta no fue entusiasta sino sombríamente potente.
Traducido por Antonio Yonz Martínez.
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