Exministro de Salud
Habiendo transcurrido apenas ocho meses de gobierno actual , cada vez más peruanos en forma mayoritaria vienen exigiendo la renuncia del Presidente Castillo evidenciado no sólo en las encuestas de alcance nacional sino en las propias marchas multitudinarias y espontáneas. No caben dudas que hasta en las regiones del centro y del sur quienes lo respaldaban han dejado de hacerlo y esto se extiende incluso a los ciudadanos más jóvenes.
Es cierto que el propio Castillo confesó no estar preparado para la gran responsabilidad que significa liderar y conducir un país en crisis social, económica y sanitaria. Peor aún, no ha mostrado tener un equipo de gestión capaz de acompañarlo con el soporte de un verdadero plan de gobierno. Basta enumerar los más de cincuenta ministros designados sin mayores méritos y capacidades y por el contrario con gravísimas denuncias por apología de terrorismo, denuncias penales por violencia familiar, homicidios e ilícitos por corrupción.
Del mismo modo, innumerables funcionarios cuyos únicos méritos parecen ser pertenecer al partido del ex gobernador de Junín, sentenciado por la justicia y en investigaciones abiertas por el ministerio público. No escapan a las investigaciones el ex secretario general de palacio de gobierno, hombre de confianza del presidente, sus sobrinos directos y el entorno de los mismos, algunos prófugos aún, hecho que lo compromete seriamente.
El presidente Castillo sólo ha podido ofrecer medidas populistas sin ningún sustento como el incremento de la Remuneración Mínima Vital (RMV), intentos de control de precios y las nefastas implicancias de las mismas, ha reiterado la reducción de sueldos del presidente y ministros, y recientemente un Decreto Supremo de inamovilidad y estado de sitio, que más allá de ser inconstitucional y que amerita la investigación al consejo de ministros que lo aprobó y consecuente acusación constitucional, pero que no surtió ningún efecto pues no fue acatado por la ciudadanía en una clara demostración que el presidente Castillo ya no gobierna. Es en este escenario que la salida más digna que le queda y pensando en el Perú es la renuncia. Basta repasar como los ex presidentes Pedro Pablo Kuczynski y Manuel Merino renunciaron al mismo cargo priorizando la paz social y verdadera gobernabilidad. Señor Castillo: el Perú se lo reclama y no tema a la justicia: cada día que permanece en palacio lo compromete aún más.
El otro escenario posible dentro del marco constitucional es la vacancia por incapacidad moral la misma que tiene el suficiente sustento pero no ha contado con los votos necesarios (ochentisiete) de nuestros representantes en el congreso. Algunas abstenciones de congresistas que pasarán a la historia del Perú y recordados como poco “valientes” que prefirieron ponerse de costado antes que asumir responsabilidades para las que fueron elegidos; votos en contra de otros congresistas dentro de los cuales se identificaron a los sindicados cuatro o cinco “niños” del otrora partido de Belaunde Terry, pero al parecer fueron varios más de diferentes tiendas políticas que conformaron ya un “nido de niños” (léase guardería o wawa wasi) que le dieron la espalda al Perú, anteponiendo intereses personalísimos que seguramente se llegarán a conocer cuando las varias investigaciones por corrupción del actual gobierno avancen y terminen involucrando también a algunos congresistas.
Otros intereses no punibles pero sí amorales son el mantener el cargo para el que fueron elegidos (y no pueden ser reelegidos gracias a la innoble actuación del conocido “lagarto” Vizcarra, quien le quitó al ciudadano el derecho de elegir y reelegir a quien sí lo representa y “castigar” no reeligiendo a quien lo defraudó), asegurándose cinco años de trabajo y remuneraciones “cuantiosas” a las que muchos jamás habían accedido. El temor de estos congresistas es que la vacancia del primer mandatario los lleve al mismo procedimiento (vacancia) de la primera vicepresidencia y al no existir segundo vicepresidente (el sr Cerrón está impedido de ejercer función pública) correspondería a la presidencia del congreso encargarse de la presidencia de la República y convocar a elecciones generales (interpretación de nuestra Carta Magna); vale decir: se van todos. Ahí está entonces la oposición de muchos de nuestros congresistas. Algunos se escudaban refiriendo que mientras la “calle” no se manifieste no votarían a favor de la vacancia y ese momento ya llegó y las marchas multicéntricas y espontáneas, “cacerolazos” y demás dan cuenta del rechazo, entonces el escenario podría cambiar en los próximos días al interior del congreso. Seguramente se alcanzarían votos para vacar al presidente pues un sector de la izquierda que lo apoyaba (ahora “desaparecidos y desaparecidas” para coincidir con sus propias estilos y expresiones) reaparecerán, muchos “afectados y afectadas” por haber perdido sus puestos de trabajo de las últimas décadas (aunque alguna funcionaria ha preferido renunciar a su partido antes que perder su trabajo bien remunerado en la PCM) y votarán a favor de la vacancia del presidente, pero “oh sorpresa”, no votarán por la vacancia de la primera vicepresidencia quien les asegurará su permanencia, volver al estadio anterior de comodidad previa (puestos de trabajo y consultorías bien remuneradas), seguramente anunciando un gobierno “participativo y plural” a través de un gabinete de esas características. Basta escuchar la nueva faceta de “cantante” de la Sra. Dina Boluarte que forma parte de su nuevo “look” para adelantarse a lo que podría ocurrir: la primera presidenta mujer del Perú. Sin dudas, tomará distancia de Perú Libre (léase Cerrón), otros dirán que traicionó a Castillo al mismo estilo Vizcarra quien primero lo hizo con Pedro Pablo Kuczynski y el partido que lo llevó al gobierno y luego a Fuerza Popular que lo llevó a la presidencia y una vez más a todos los peruanos (caso vacunagate para mencionar un solo caso).
El mejor escenario sería la renuncia inmediata del presidente Castillo y la consecuente renuncia de la vicepresidenta Boluarte y que la presidencia del congreso asuma el encargo de la presidencia de la República , no sin antes en conjunto con el congreso renueven y completen el Jurado Nacional de Elecciones, ONPE, Junta Nacional de Justicia y Tribunal Constitucional, y convoque a elecciones generales en los plazos posibles; el establecimiento de una cámara de senadores, serena y pensante, así como la renovación por tercios de nuestros congresistas y en consecuencia eliminar la no reelección que nos devuelva a los peruanos nuestro derecho a elegir o castigar a quienes no nos representan.
Sr. Castillo, Sra. Boluarte, Sres. Congresistas: el Perú está en sus manos y decisiones. La historia y todos los peruanos, los juzgarán.