Los trabajadores del sector público de Venezuela están organizando las mayores protestas antigubernamentales en años, a medida que se van quedando rezagados en una economía que ha abrazado el dólar estadounidense.
Cientos de profesores marcharon el lunes por el centro de Caracas, a ellos se les unieron enfermeras, jubilados y otros trabajadores, para exigir mayores salarios que compensen la rápida depreciación de la moneda local.
Los trabajadores organizaron al menos 50 protestas el lunes y más de 150 en todo el país en la última semana, según estimaciones preliminares del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, que realiza un seguimiento del malestar social en el país.
El salario promedio mensual de los profesores, de unos 500 bolívares (unos US$ 25), apenas alcanza para pagar los gastos de transporte público, dijeron los manifestantes.
“Además de docente, soy técnica de uñas, repostera y diseñadora gráfica”, dijo Inés Gil, de 43 años, profesora de una escuela pública de Caracas que, como otros, se vistió de negro para simbolizar su luto por un salario digno. “Nos tenemos que estar rebuscando para sobrevivir”.
Al permitir la libre circulación del dólar, el Gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro ayudó a orquestar una recuperación tras la crisis económica de 2013-2020, una de las caídas más profundas de la historia mundial. Pero mientras muchos empleados del sector privado ahora cobran en dólares y disfrutan de un aumento de su nivel de vida, los trabajadores del sector público que cobran en bolívares, afectados por la inflación, están quedando de lado.
Los trabajadores organizaron al menos 50 protestas el lunes y más de 150 en todo el país en la última semana, según estimaciones preliminares del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, que estudia el malestar social en el país.
En la protesta del lunes, los manifestantes destrozaron y pisotearon bolívares mientras coreaban que necesitaban salarios dignos para permanecer en su país. Más de siete millones de venezolanos han salido del país en los últimos años.
“Las protestas se ven a diario en Caracas, pero son de 40 a 50 personas”, dijo Carlos Julio Rojas, un activista que se sumó a la marcha. “Una protesta de este calibre, en Caracas, no se veía desde 2019″.
Maduro puede ser reacio a ordenar una represión violenta como la que se vio en el pasado. Está a la espera de la liberación de más de US$ 1,000 millones congelados por las sanciones estadounidenses, y otra ola de derramamiento de sangre podría hacer que Washington bloquee su acceso a los fondos.
En un intento por calmar las protestas, el Gobierno entregó el domingo a Gil y a otros profesores un bono de US$30. El Gobierno ha apaciguado a menudo este tipo de protestas con ayudas y pagos de bonos, pero no puede ser muy generoso dadas sus débiles finanzas.
El índice Café con Leche de Bloomberg, que mide el precio de una taza de café, subió un 53% en diciembre. El Banco Central de Venezuela no publica cifras oficiales de inflación desde octubre.
“Estoy enferma y no tengo seguro, ni dinero para pagar las resonancias que necesito”, dijo Heyra Vega, de 49 años, quien no dio más detalles sobre sus problemas médicos. “Esta vez perdimos el miedo. Estamos cansados, es para uno una situación que cansa”.