Altos responsables de las repúblicas bálticas confían en que tendrán suministro suficiente de gas diferentes al de origen ruso pero han comenzado a expresar su preocupación por el impacto en el precio por la escasez en Europa occidental y ante un posible racionamiento.
Los comentarios se conocen tras la reanudación del suministro de gas por el gasoducto Nord Stream 1, aunque a niveles inferiores a su capacidad, tras la preocupación por que la situación obligue a racionar ese recurso durante el próximo invierno en otros países de la Unión Europea (UE).
La primera ministra lituana, Ingrida Simonyte, dijo a medios locales esta semana: “como ustedes saben muy bien, ya no usamos gas de Gazprom y no lo compramos desde la pasada primavera, pero cualquier escasez de gas natural en el mercado tiene un impacto en la oferta y precio”.
Este jueves el ministro lituano de Energía, Dainius Kreyvys, afirmó tras conocerse la reanudación del suministro por Nord Stream 1 que si Europa reduce su consumo de gas Lituania no debería tener dificultades.
El primer ministro letón, Krisjanis Karins, dijo anteriormente que reducir el consumo de gas en la región báltica no ayudaría al resto de Europa ya que la red báltica de gas está solo conectada a Finlandia.
En Estonia el asunto del suministro de gas en invierno ha llevado a un enfrentamiento entre una organización que representa a los Ayuntamientos y el ministerio de Asuntos Económicos y Comunicaciones.
La Asociación de Ciudades y Municipios de Estonia (ELVL) ha pedido que se declare el estado nacional de emergencia porque considera que hay considerables recortes de suministro de gas natural y porque las medidas de mercado no pueden garantizarlo.
Sin embargo, la nueva ministra socialdemócrata de Economía e Infraestructura, Riina Sikkut, dijo este martes que no hay razón para declarar esa situación de emergencia.
Sugirió que los gobiernos locales pueden cambiar de redes de suministro de calefacción a las que operan con fuentes de craqueo de petróleo en lugar de gas, como ha hecho ya la ciudad fronteriza de Narva.
Un portavoz del ministerio declaró a medios locales que “en Estonia, el empleo de energías renovables para la producción de calor está entre los más altos de Europa, en torno al 60%, lo que significa que nuestra dependencia del gas es de las más reducidas”.
La compañía de gas estonia, Eesti Gaas, anunció recientemente que ha comprado Gas Natural Licuado (GNL) por unos 300 millones de euros que recibirá desde Noruega, lo que garantiza el suministro. El GNL será enviado a una terminal estonio-finlandesa que se está construyendo junto al puerto de Paldiski y que se terminará en otoño.
Lituania ha operado una regasificadora de GNL en Klaipeda desde hacer varios años, antes de las tensiones causadas por la invasión rusa de Ucrania. Letonia tiene un gran depósito subterráneo de gas en la ciudad de Incukalns, operada por Conexus Baltic Grid, una red unificada de distribución y almacenamiento de gas para los tres países bálticos.