La Organización Panamericana de la Salud (OPS) llamó a los gobiernos a “pensar dos veces” antes de levantar las medidas de distanciamiento social para frenar el COVID-19, advirtiendo que una reapertura precoz puede causar un rebrote de la enfermedad.
“Debemos ser cuidadosos. Mi consejo es que no se reabra demasiado rápido, o se corre el riesgo de un resurgimiento del COVID-19 que podría borrar los logros obtenidos en los últimos meses”, dijo Carissa Etienne, directora de la OPS, durante la videoconferencia informativa semanal de la OPS, la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque destacó que toda la región de las Américas concentra casi la mitad de los 6.2 millones de los contagios en el mundo, Etienne alertó en particular sobre la situación en Latinoamérica, donde el número de infectados no ha cesado de crecer.
"La semana pasada hubo 732,000 casos nuevos en todo el mundo, y de estos, más de 250,000 ocurrieron en países latinoamericanos, una preocupación seria que debería servir como un llamado de atención para redoblar nuestros esfuerzos", dijo.
En Latinoamérica, muchos países han empezado a flexibilizar las medidas impuestas en mayor o menor medida desde mediados de marzo para contener la propagación del virus, presionados por la necesidad de reactivar sus economías devastadas por la pandemia.
Brasil
Brasil, el segundo país en número de contagios en todo el mundo detrás de Estados Unidos, concentra el foco del brote latinoamericano con más de 526,000 casos y unos 30,000 muertos.
Pero la relajación de las restricciones ya se viene aplicando en varios estados y municipios, que en un país federal tienen poder de decisión en cuestiones sanitarias.
Perú
Perú, el segundo país de América Latina en número de contagios (170,000) y más de 4,600 decesos, la estricta cuarentena impuesta desde el 16 de marzo empezó a aflojarse levemente la semana pasada: se redujo en tres horas el toque de queda nocturno y se permitió que empiecen a funcionar algunas empresas con servicios de entrega a domicilio, pero todos los negocios siguen cerrados, salvo los esenciales.
Etienne reconoció que en una región tan vasta como diversa y desigual, el desafío de luchar contra el COVID-19 es no solamente sanitario, sino también social y económico.
Pero dijo que cualquier paso que den los países en relación a la pandemia debe basarse en la vigilancia epidemiológica, para la cual la realización de pruebas diagnósticas es esencial. "No tomen decisiones en la oscuridad", recalcó.
"Utilicen los datos para adaptar su respuesta, proteger a las comunidades vulnerables y centrar sus esfuerzos donde las nuevas infecciones van en aumento", añadió.
Sin embargo, admitió que la región todavía tiene “una necesidad urgente” de realizar más tests y prometió apoyo de la OPS a los gobiernos.