Frente al empeño del presidente chino, Xi Jinping, de mantener la estrategia de cero COVID, el primer ministro, Li Keqiang, se ha convertido en la conciencia económica del gigante asiático con constantes llamadas al pragmatismo a la hora de imponer restricciones para frenar los rebrotes.
En su última “gira de inspección” -protocolo que los líderes del régimen comunista suelen usar para anunciar nuevas políticas y decretar instrucciones- por la provincia oriental de Fujian, Li apremió a funcionarios y empresarios a que hagan todo lo posible para estabilizar la economía, recoge hoy la prensa local.
Li advirtió de que aunque ésta se está “recuperando”, es un momento “crítico” y exigió “ser más eficientes” a la hora de “compaginar la prevención del COVID con el desarrollo”.
En esta visita a Fujian, pidió fondos para los parques de innovación, reformas para reducir la burocracia y ampliar los puertos de la región para mejorar su competitividad.
A finales de mayo, Li ya sorprendió con una videoconferencia con líderes provinciales en la que pidió flexibilidad con las restricciones pandémicas, lo que algunos expertos interpretaron como una pugna o una muestra de sus desavenencias con Xi, quien en sus declaraciones siempre ha dado prioridad a la estrategia de “tolerancia cero” contra el COVID.
En una reciente visita a Wuhan, donde se detectaron los primeros casos del coronavirus, Xi aseguró que la política es “correcta y efectiva”, y que las consecuencias de no haberla puesto en marcha serían “inimaginables” teniendo en cuenta la vasta población del país asiático, de 1,402 millones de personas.
El país atraviesa aún una oleada de rebrotes atribuida a la contagiosa variante ómicron que ataja con su libreto habitual: cierre de sus fronteras, cuarentenas a quienes consiguen llegar del extranjero, aislamiento de infectados y contactos cercanos, confinamientos parciales o totales y campañas masivas de PCR donde se detectan casos.
Mientras Xi defiende a capa y espada la estrategia, que también ha provocado un inédito descontento social, Li insiste en sus efectos devastadores sobre la economía, especialmente en el consumo, y se centra en el mensaje de que hay que ayudar a las pequeñas empresas, incentivar el emprendimiento u otorgar subsidios por desempleo.
Pero la alta transmisibilidad de ómicron ha complicado las tareas de prevención para detectar nuevas infecciones y los funcionarios del PCCh deben impedir la propagación del virus o, de lo contrario, atenerse a destituciones o castigos disciplinarios.
El experto español Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política china, pronosticó que este año no habría “cambios significativos” en esta política y que, si algo es previsible, es un “endurecimiento de las medidas ya conocidas”.
Congreso a la vista
En sus intervenciones, Li también ha enfatizado que la segunda economía más grande del planeta necesita que los intercambios comerciales, de inversión y financieros no se paren, para lo que ha prometido más apertura y apoyos a las empresas exportadoras.
China también busca atraer inversión extranjera en los ámbitos de las manufacturas de gama media y alta y en I+D, además de canalizarla hacia las regiones menos desarrolladas, algo para lo que necesita generar confianza entre los países desarrollados que tienen capacidad inversora.
La crisis inmobiliaria, las dudas sobre la credibilidad de los activos chinos o la alta deuda pública son otros de los problemas que acechan, ante lo que Xi ha apostado por la clásica inversión en infraestructuras.
Así, el gobierno dará a conocer este viernes la evolución de su Producto Bruto Interno (PBI) en el segundo trimestre tras crecer 4.8% en el primero y con el objetivo oficial de alcanzar el 5.5% durante el total del año, de gran importancia política por la celebración en otoño del XX Congreso del PCCh.
Xi aspira a una reelección interna para un tercer mandato -inédito entre sus últimos predecesores-, mientras que Li dejará el cargo de ‘premier’: queda por ver si su sucesor será próximo a su figura, vinculada a su vez a la del anterior presidente, Hu Jintao, tecnócrata formado como Li en la Liga de las Juventudes Comunistas.
La nueva composición del máximo órgano rector del PCCh, el Comité Permanente del Politburó, podría decidirse este verano, cuando los líderes chinos se reúnan en la ciudad costera de Beidaihe.
“En los últimos meses, varios líderes provinciales han reverenciado a Xi en diferentes publicaciones como muestra de lealtad, algo que no había sucedido antes de otros congresos”, indica el politólogo Gu Su al diario hongkonés South China Morning Post, insinuando que la continuidad de Xi no estaría en entredicho.
También se han sucedido condenas por corrupción para ex altos cargos del PCCh, que algunos expertos ven como un mensaje para quien quiera condicionar las ambiciones de Xi, y se han promovido ascensos de próximos al actual presidente como Wang Xiaohong, recientemente nombrado ministro de Seguridad Pública.