Latinoamérica aún no respeta lo suficiente su vasto patrimonio arqueológico, pese a los esfuerzos de las últimas décadas por conservar y poner en valor esa riqueza, aseguró el reputado arqueólogo peruano Walter Alva.
"Todavía no hay respeto por el patrimonio arqueológico en Latinoamérica. Nos falta mucho. No hay ni recursos ni voluntad", lamentó el descubridor de la tumba del Señor de Sipán, uno de los grandes hallazgos arqueológicos del siglo XX, comparado en su momento con el nicho del faraón Tutankamón, en Egipto.
La cultura, apuntó el científico, siempre está "al final" de los presupuestos estatales porque los gobernantes latinoamericanos están "centrados" en la política económica y no terminan de entender la importancia de "conocer el pasado para no repetir los mismos errores en el futuro".
"La cultura engrandece a los pueblos y fomenta su identidad. Un pueblo culto sabe reaccionar, pensar y tomar decisiones mucho más inteligentes que las que vemos hoy", agregó el también director del Museo Tumbas Reales de Sipán, en Lambayeque (Perú).
Alva se encuentra en Panamá para inaugurar la exposición "Sipán: Misterio y esplendor en el norte de Perú", una muestra del tesoro que descubrió en 1987 y que permitió tener un mayor conocimiento de la cultura moche, una civilización prehispánica anterior a los incas, que vivió en el norte de Perú entre los siglos II y VII.
"El Señor de Sipán fue un gobernante del Antiguo Perú, un ser semidivino, que fue enterrado en un sarcófago de madera. Se encontró intacto y fue el primero de ese tipo descubierto en América", explicó el arqueólogo.
El antiguo sacerdote guerrero fue sepultado junto a algunos de sus colaboradores más cercanos y junto a toda su riqueza porque existía la creencia de que así se podía disfrutar eternamente de lo que se había gozado en vida.
En la tumba se hallaron más de 600 piezas de oro, plata, cobre y piedras preciosas, así como objetos de cerámica y madera tallada de inimaginable valor.
El arqueólogo, de 67 años y un tenaz enemigo del tráfico de arte precolombino, recordó además el "despiadado" saqueo que Latinoamérica sufrió durante décadas por la "voraz" sed de los coleccionistas privados.
En su opinión, las campañas emprendidas en los últimos tiempos por organismos internacionales como la Unesco han surtido efecto y han ayudado a generar la conciencia de que "no es lícito ni culto coleccionar arte antiguo porque son trofeos de un despojo".
"Para los coleccionistas son obras de arte, pero para nosotros son parte de nuestra historia y documentan nuestra identidad. El drama no es solo la expropiación de un objeto sino la destrucción de un contexto. Es como si arrancásemos varias páginas de un libro", declaró.
Para Alva, uno de los pocos arqueólogos latinoamericanos de su generación, la situación del patrimonio antiguo varía mucho de un país a otro. Mientras que México y Perú han conseguido hacer de su riqueza un gran atractivo turístico, en Centroamérica "queda mucho por descubrir, por conservar y por poner en valor".
El especialista consideró, sin embargo, que hay razones para sentirse optimistas y para pensar que está surgiendo un nuevo respeto hacia el patrimonio prehispánico: cada vez más universidades ofrecen estudios arqueológicos en sus currículos y se ha generado "cierto" mercado laboral en la región.
"En los últimos años ha surgido una arqueología latinoamericana muy interesante. Los latinoamericanos veíamos hace 50 años con admiración cómo los señores de las grandes potencias venían a descubrirnos en una especie de colonialismo científico. Ahora ya no, ahora somos nosotros los que estamos descubriendo nuestra historia", concluyó.