La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, preparó el escenario el miércoles para cambiar la estrategia del BCE alineándola con la de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, y los mercados contemplan la posibilidad de que el organismo sea más flexible con la inflación, tras años sin conseguir acercar los precios a la tendencia deseada.
La inflación en la zona euro no ha alcanzado el objetivo del BCE, actualmente establecido en un nivel de “cerca pero por debajo de 2%”, a pesar de los estímulos cada vez más agresivos del banco central, que ha bajado su principal tasa de interés por debajo de cero y ha comprado activos por más de 3 billones de euros (US$ 3.51 billones).
En su primera actualización sobre la revisión en curso de la estrategia del BCE, Lagarde también abrió la puerta a conceder al banco central menos tiempo para alcanzar su esquivo objetivo.
Se espera que el BCE siga los pasos de la Reserva Federal, que el mes pasado dijo que apuntaría a una tasa media de inflación de 2%, de modo que los períodos en que los precios suban con demasiada lentitud se compensen por otros en los que suban rápidamente, y viceversa.
“Si es creíble, esta estrategia puede fortalecer la capacidad de la política monetaria para estabilizar la economía cuando se enfrente al límite inferior”, dijo Lagarde en un evento.
A diferencia de la Reserva Federal, que tiene el doble mandato de lograr el pleno empleo y la estabilidad de los precios, el único objetivo del BCE es la estabilidad de los precios a un “medio plazo” no especificado.
Sin embargo, Lagarde calificó este mandato de “jerárquico”, argumentando que una definición flexible del medio plazo le permite evitar el endurecimiento de la política y “la restricción innecesaria del empleo y el crecimiento” en caso de un shock temporal.
Por otra parte, añadió que el persistente incumplimiento del objetivo de inflación por parte del BCE podría alimentar las expectativas de inflación y, por lo tanto, “exigiría un horizonte de política monetaria más corto”.
Ambos argumentos implicarían que el BCE deba continuar o incluso intensificar su agresiva política de estímulos, ya que se prevé que la inflación quede por debajo de su objetivo en los próximos años.
Lagarde añadió que el BCE necesitaba hacer un seguimiento de los costos de la vivienda, que han aumentado en los países más ricos de la zona del euro como Alemania, complementando al mismo tiempo su análisis con mediciones de la inflación subyacente y de los indicadores de estabilidad financiera.
Hablando en el mismo evento, llamado “El BCE y sus Observadores”, el director de políticas del BCE Jens Weidmann pareció echar un jarro de agua fría sobre una revisión demasiado ambiciosa de la misión del organismo.
“También debemos prestar mucha atención a la forma en que interpretamos nuestro mandato”, dijo el presidente del Bundesbank alemán. “Cuanto más ampliamente interpretemos nuestro mandato, mayor será el riesgo de que nos enredemos con la política y nos sobrecarguemos con demasiadas tareas”.
La revisión se retomó este mes después de una pausa de seis meses debido a la pandemia de COVID-19 y se espera que dure un año, aunque las actualizaciones de la nueva definición del objetivo de inflación del BCE podrían llegar mucho antes.