El gobierno de Boris Johnson, cernido por los escándalos, defendió el martes sus nuevas restricciones contra el ómicron, antes de una votación de alto riesgo en el Parlamento donde decenas de diputados conservadores iracundos podrían rebelarse contra un primer ministro fragilizado.
Johnson anunció la semana pasada medidas para limitar la propagación de la nueva variante del coronavirus, que avanza a gran velocidad en el Reino Unido, uno de los países más castigados de Europa por la pandemia con unos 146,500 muertos.
Según su gobierno, son necesarias para garantizar que los hospitales no se vean superados de nuevo en las próximas semanas.
“Estas medidas son equilibradas y proporcionadas”, defendió el ministro de Sanidad, Sajid Javid, asegurando a los diputados que “no las mantendremos ni un día más de lo necesario”, al abrir el debate parlamentario.
Los legisladores emprendieron después casi cinco horas de acaloradas discusiones, antes de votar a partir de las 18h30 (locales y GMT) cada una de las cuatro medidas: porte de mascarillas en interiores, test diarios para los casos de contacto, pasaportes sanitarios en eventos multitudinarios y vacunación obligatoria para el personal hospitalario.
Son normas que no convencen a muchos diputados conservadores, como exministro del Brexit Steve Baker, que las calificó de “erróneas” y “desproporcionadas”, considerando que “no hay pruebas suficientes de que sean necesarias”.
Unos 60 amenazan con rebelarse aunque cada medida será votada por separado y los resultados pueden variar.
Mientras tanto en Escocia, cuyo gobierno autónomo regional decide las normas sanitarias, la primera ministra Nicola Sturgeon también advirtió del avance del virus, precisando que ya fueron hospitalizadas dos personas con ómicron.
“No les pedimos que cancelen o cambien sus planes para Navidad”, afirmó, pero pidió a los escoceses que “limiten sus interacciones sociales en el interior” a no más de tres hogares núcleos familiares.
Amiguismo y corrupción
Con su amplia mayoría en el Parlamento -80 escaños- y la ayuda de la oposición, el gobierno británico debe conseguir aprobar las medidas, pero esta revuelta llega en muy mal momento para Johnson.
Dos años después de su histórica victoria electoral con la promesa del Brexit, el primer ministro está viendo cómo su popularidad cae en picado y se enfrenta a numerosas peticiones de dimisión desde la semana pasada, a raíz de una serie de escándalos.
El domingo, el diario Sunday Mirror publicó una foto de él participando en un concurso en línea en Downing Street, rodeado de colaboradores, en diciembre de 2020, cuando se exigía a los británicos que limitaran extremadamente sus interacciones sociales.
Los británicos también le culpan de una fiesta que supuestamente se celebró en Downing Street el 18 de diciembre del 2020, cuando ellos mismos se vieron privados de celebraciones navideñas a causa del coronavirus.
Un vídeo filtrado a la prensa en que ayudantes de Johnson bromean sobre la supuesta fiesta de Navidad ilegal echó más leña al fuego.
“Implacable para echar a sus líderes”
Esta revelaciones se suman además a una serie de acusaciones de corrupción que podrían desembocar en una moción de censura contra Johnson por el Partido Conservador.
El primer ministro fue llamado al orden el jueves por la costosa renovación de su residencia oficial en Downing Street, con una multa a su partido con 16.250 libras (21.500 dólares, 19.000 euros) por no haber declarado el importe total de la donación privada recibida para financiar las obras.
Johnson también causó indignación al intentar cambiar las normas parlamentarias para ayudar a un diputado conservador, Owen Paterson, condenado por presionar a miembros del gobierno para defender a dos empresas para las que actuaba como consultor remunerado.
El jueves se celebran legislativas parciales en Inglaterra para cubrir el escaño de Paterson, que dimitió, y estas tendrán un carácter altamente simbólico.
Según el columnista político Robin Pettitt, el talento de Johnson -experiodista y exalcalde de Londres conocido por su estilo poco convencional- para el escapismo político puede permitirle eludir uno o dos escándalos.
Pero si la acumulación continúa, “el partido conservador siempre ha sido muy implacable a la hora de echar a los líderes que no funcionan”, dice este experto a la AFP.