Se ven como los pioneros de un “cambio cultural”. Austria y varios países vecinos obligan a llevar mascarilla en comercios o en lugares públicos, un nuevo reflejo que debe tener la población ya sometida a confinamiento por el nuevo coronavirus.
"Jefe, si el lunes un cliente se presenta sin mascarilla ¿le prohíbo la entrada?", la frase oída esta semana en un supermercado en Viena resume el cambio que se avecina para los austriacos que estarán obligados, a partir del lunes, a llevar nariz y boca protegidos cuando hagan sus compras.
"No está en nuestras costumbres pero hay que hacerlo para proteger a los demás", explicó el canciller Sebastian Kurz, al anunciar esta nueva medida contra el coronavirus, que según él, se trata de un "cambio cultural".
Al inicio de la pandemia en Europa, pocos eran los que llevaban mascarilla quirúrgica o hecha en casa, pero con el avance de la pandemia ahora son muchos más.
Algunos países incluso han decretado su uso obligatorio en los lugares públicos. Es el caso de Eslovenia desde hace unos días o el de la República Checa y el de Eslovaquia desde hace más de una semana.
"Reconozcámoslo: hasta ahora nos reíamos cuando veíamos a la gente con el rostro cubierto en la calle o en el supermercado por su hipocondría, su alarmismo o por el temor a que afecte nuestra calidad de vida", describía esta semana el diario austriaco Der Standard.
Cúbrase la boca
Para facilitar la adaptación y diluir las críticas sobre la falta de mascarillas, el gobierno austriaco pidió a los supermercados que ofrezcan a los clientes esta nueva clave mágica a los clientes. Desde el miércoles, este precioso producto es distribuido por un empleado a la puerta de la mayoría de la tiendas.
La federación del comercio estima que diariamente se necesitan unos cuatro millones de mascarillas, aunque no se garantiza el suministro de tal cantidad.
"Hay que hacer cualquier cosa para disminuir los contagios y muchos dicen que llevar mascarilla contribuye, por lo que encuentro que la medida es buena. Pero hay que aprender a utilizarla, cómo ponerla, quitarla, qué hacer con ella...", dice Stephan Hofmann, un vienés de 42 años.
En Austria, todavía no se sanciona a los infractores, como en la República Checa donde se han impuesto multas de hasta 10,000 coronas (366 euros).
Y no hay excusas que valgan. La policía checa ha llamado al orden a varios nudistas congregados al borde de un lago al calor de una cálida primavera el fin de semana pasado.
"Los ciudadanos pueden estar desnudos donde esté autorizado, pero deben cubrirse la boca", declaró la portavoz de la policía Marketa Janovska, al diario Police Weekly.
En Eslovenia, un periodista de la AFP vio cómo se le prohibía el acceso a un cliente en un supermercado porque no llevaba mascarilla.
Para los últimos conversos, el problema es otro: "¡mi cabeza es demasiado grande para esta mascarilla! ¡es demasiado pequeña para mi morro!", dijo el primer ministro búlgaro Boiko Borissov, un antiguo karateca, durante un desplazamiento esta semana.
Accesorio banal
El gobierno búlgaro decretó el lunes el porte de mascarilla obligatorio para todos pero dio marcha atrás al día siguiente, limitándose a recomendarlo ante "la falta de consenso" y "para no actuar contra la gente".
Pese a las investigaciones científicas incompletas, los médicos estiman que llevar mascarilla permite bloquear proyecciones (de saliva) que amenazan con contagiar a los demás.
En China, Hong Kong o Singapur, es habitual llevar mascarilla en la calle.
En una gran parte de Asia occidental, el "traumatismo" de la epidemia SRAS en el 2002-2003 ayudó a normalizar el porte de mascarilla, explica el antropólogo médico Christos Lynteris, de la Universidad escocesa de St Andrews. "La tasa de letalidad era muy superior a la del Covid-19", recuerda.
En esta región, las mascarillas faciales se han convertido en "objetos del día a día lúdicos, personalizados - es como cualquier otro accesorio", dice el científico.
Maja Zivec, una treintañera eslovena, está segura de que se va a habituar: “la situación exige medidas que hasta hace poco eran inimaginables, la vida será diferente a partir de ahora y nos acostumbraremos”, asegura.