La cervecera neerlandesa Heineken pide “disculpas” tras la polémica generada en torno a su división rusa, que lanzó nuevos productos en el último año a pesar de la guerra en Ucrania, y aseguró que mantiene su “promesa de dejar Rusia” cuando cierre un acuerdo con un nuevo propietario antes de verano.
“Recientemente, se ha hablado mucho sobre nuestra promesa de abandonar Rusia. Lamentamos que informar sobre esto haya generado preguntas e inquietudes sobre nuestras intenciones. Pero no nos reconocemos en la imagen negativa que se ha pintado. No hay ambigüedad sobre nuestra promesa: dejaremos Rusia”, señaló la compañía en su web.
Además, admitió que como empresa debería haber “sido más clara sobre la necesidad de introducir nuevos productos” y consideró que “las preguntas planteadas al respecto son comprensibles”. La empresa sí retiró la marca Heineken del mercado ruso, pero la sustituyó con nuevos productos como las variantes de Amstel.
“Nos damos cuenta de que esto ha creado ambigüedad y dudas sobre nuestra promesa de abandonar Rusia. Pedimos disculpas por esto”, agregó.
La plataforma de investigación periodística Follow the Money (FTM) denunció el pasado mes que Heineken sigue invirtiendo en Rusia, donde incrementó su negocio tras la retirada de marcas como Budweiser y Carlsberg, y lanzó al menos 61 nuevos productos a lo largo del año pasado, a pesar de sus promesas de que se irá de ese país por la invasión rusa.
FTM también señaló que la cervecera introdujo refrescos no alcohólicos en el mercado ruso después de la retirada de los productos de Coca Cola y Pepsi.
Heineken, que explicó en un comunicado los desarrollos que rodean las actividades de la compañía en Rusia, asegura ahora que está “trabajando arduamente para vender el negocio” que tiene en Rusia y subrayó que su objetivo es llegar a un acuerdo con un nuevo propietario “en la primera mitad de 2023″.
Además, justificó que no ha salido directamente de Rusia como sí han hecho otras compañías para “asegurar el sustento futuro” de sus casi 1,800 empleados en ese país, que sufrirían las consecuencias de una suspensión o detención repentina de las actividades de Heineken porque “el negocio quebrará rápidamente” y los trabajadores perderán sus ingresos.
“Es difícil vender un negocio que genera pérdidas, y los privaríamos de la oportunidad de un futuro empleo. Al mismo tiempo, la ‘quiebra intencional’ es un delito penal en Rusia y conlleva un riesgo de enjuiciamiento y/o nacionalización, lo que queremos evitar”, explicó la compañía desde su sede central en Países Bajos.
Heineken lleva veinte años en Rusia y el negocio ruso representa alrededor del 2% de sus ventas a nivel global.
Fuente: EFE