El posible ingreso de Finlandia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las amenazas de Rusia para evitarlo hacen temer el estallido de un conflicto similar al de Ucrania, pero en el país nórdico, con su masiva red de refugios antiaéreos y sus reservas estratégicas de suministros, se sienten preparados para afrontarlo.
Desde la Segunda Guerra Mundial, Finlandia ha construido cerca de 54,000 refugios de defensa civil en los núcleos urbanos más poblados, donde se pueden resguardar un total de 4.4 millones de personas -el 80% de la población actual-.
Junto a la céntrica plaza de Hakaniemi de Helsinki, excavado en el subsuelo granítico a 25 metros de profundidad, se oculta uno de los más modernos: el refugio civil de Merihaka.
Inaugurado en el 2003, este enorme búnker de 14,750 metros cuadrados con capacidad para acoger a 6,000 personas alberga en tiempos de paz un aparcamiento subterráneo y un centro deportivo con cafetería, gimnasio, varias pistas de “floorball” y un parque infantil.
Al igual que el resto de refugios antiaéreos, en caso de conflicto armado puede ser acondicionado en menos de 72 horas para proteger a la población civil, según exige la legislación finlandesa.
“Estamos en un refugio de última generación construido en lecho de roca y eso significa que puede contener el impacto de armas convencionales e incluso, hasta cierto punto, nucleares”, explica Kimmo Kohvakka, director general de los servicios de rescate del Ministerio del Interior.
El refugio cuenta además con sistemas de filtrado para partículas radiactivas y sustancias nocivas, como las usadas en las armas químicas y biológicas, lo que lo convierte -asegura Kohvakka- en un lugar “muy, muy seguro”.
El incómodo vecino del este
Según Kohvakka, la invasión rusa de Ucrania ha causado inquietud entre los finlandeses por la posibilidad de que suceda algo similar en Finlandia, con la que Rusia comparte 1,340 kilómetros de frontera, aunque confía en el alto nivel de preparación del país nórdico.
“Ciertamente ha habido un aumento de la preocupación, es obvio que la población finlandesa ha reaccionado a la situación. Pero por otro lado confiamos bastante en que, en nuestro caso, estamos preparados para cualquier cosa que ocurra”, afirma.
Kohvakka admite que las dos guerras fino-soviéticas entre 1939 y 1944 fueron “una de las principales causas” de que Finlandia, casi ocho décadas después, siga manteniendo una visión integral de su capacidad de defensa y resiliencia ante cualquier amenaza, en la que está involucrada toda la sociedad.
Jani Pitkänen, comandante de los servicios de rescate de Helsinki, coincide con él y asegura que “debido a nuestra historia, la defensa civil y la preparación forman parte de nuestra naturaleza”.
“En Helsinki, con una población de 650,000 habitantes, hay unos 5,500 refugios con capacidad para 900,000 personas, así que tenemos espacio para todos los residentes más la gente que está de paso”, explica Pitkänen.
Tal proliferación de búnkeres se debe a que la legislación finlandesa obliga a incluir un refugio en todos los edificios y complejos residenciales o de oficinas de nueva construcción superiores a los 1,200 metros cuadrados de planta.
Por ello, alrededor del 85% de los refugios disponibles son de propiedad privada y habitualmente se dedican a otros fines, como aparcamientos, almacenes o instalaciones recreativas.
Reservas estratégicas y defensa
La dolorosa experiencia de la invasión soviética en 1939 enseñó al pueblo finlandés la importancia de contar con suministros disponibles para afrontar cualquier eventualidad, ya sea una guerra, una catástrofe natural o una pandemia.
Desde entonces, Finlandia mantiene de forma constante unas reservas estratégicas de productos considerados esenciales, entre ellos combustible, medicamentos, mascarillas, cereales, semillas y alimentos no perecederos, que cubren las necesidades para varios meses.
Además de estas reservas, que son almacenadas por las propias empresas fabricantes siguiendo instrucciones de las autoridades, la seguridad del suministro incluye la protección de las infraestructuras críticas, como la red eléctrica, el agua potable y las conexiones de telecomunicaciones.
La alta capacidad militar es el eslabón que completa la llamada “estrategia integral de seguridad” del país nórdico.
Finlandia ha mantenido en todo momento el servicio militar obligatorio y sus Fuerzas Armadas cuentan con 280,000 efectivos para tiempos de guerra y cerca de 900,000 reservistas, es decir, más de un tercio de la población masculina adulta.
Su gasto militar previsto para el 2022 es de 5,100 millones de euros, equivalentes al 1.96% de su Producto Bruto Interno (PBI), con lo que se acerca al objetivo de 2% establecido por la OTAN para sus países miembros.
La propia OTAN, por medio de su secretario general, Jens Stoltenberg, ha asegurado que Finlandia cumple todos los requisitos militares para ingresar de inmediato en la Alianza si así lo desea.
Dos meses antes de que Rusia invadiese Ucrania, Finlandia cerró un acuerdo valorado en 8,378 millones de euros para adquirir 64 cazas F35-A, misiles de combate y equipos auxiliares del fabricante estadounidense Lockheed Martin, en la mayor transacción de defensa de su historia.