En Madrid, Roberto Garrido ha visto cómo sus ventas de automóviles caen desde enero. España, que celebrará nuevas legislativas este domingo, enfrenta una neta desaceleración de su economía, minada por las incertidumbres mundiales y una inestabilidad política que impide reformas de calado.
Solo las ventas de vehículos Renault, explica Garrido, han bajado un 30% con respecto al año anterior, en momentos en que todas las inversiones no urgentes han sido puestas por los consumidores en el congelador.
Desde que el país volviera al crecimiento en el 2013, el sector se había beneficiado de “un efecto de recuperación respecto a los años de crisis”, explica el gerente a la AFP en el barrio madrileño de Fuente del Berro.
Pero el efecto se disipa, con la ausencia de un gobierno estable y la resultante falta de reglamentación clara sobre las emisiones permitidas, desalentando a los compradores.
“Los políticos (están) hablando, ‘que si el diésel, que si la gasolina, que si la contaminación, que si las vías peatonales de las grandes ciudades’ (...). Entonces la gente no sabe qué hacer, no sabe si comprarse un coche, qué coche comprarse, entonces pospone”, se lamenta Garrido, que espera, aunque sin mucha esperanza, un poco más de claridad tras las legislativas del domingo, las cuartas en cuatro años.
Las ventas de automóviles bajaron un 6% en España en los diez primeros meses del año, más de 12% teniendo en cuenta solo las compras de particulares, según la asociación de fabricantes ANFAC.
Este jueves, la Comisión Europea revisó a la baja su previsión de crecimiento del PBI de España para el 2019, a 1.9% frente al 2.3% previamente esperado.
El gobierno y el Banco de España habían también revisado a la baja sus previsiones de crecimiento del PBI para el 2019, a 2.1% y 2% respectivamente, mientras que entre el 2015 y 2017 España logró alrededor de 3% de crecimiento anual.
Para los economistas interrogados por la AFP, el principal factor reside en el contexto mundial: incertidumbres ligadas a diversas guerras comerciales y desaceleración de los grandes socios comerciales, la Unión Europea y Alemania a la cabeza.
“Hemos visto un deterioro importante en el consumo privado (...) y también hemos visto una desaceleración importante de la inversión de las empresas, que es consistente con esa incertidumbre”, dice Rafael Domenech, analista de BBVA Research.
Las exportaciones de mercancías progresan a menor ritmo que en el 2018 (+1.7% en el primer semestre del año contra 2.9% un año antes) y deberían resentirse por la decisión estadounidense de imponer aranceles sobre numerosos productos agrícolas españoles (aceite de oliva, vino, quesos...) en represalia por el conflicto Boeing-Airbus.
Desempleo elevado
El consumo se recuperó en el tercer trimestre pero los expertos no esperan que perdure, toda vez que en paralelo el desempleo retrocede con menor vigor que en los últimos años.
A fines de setiembre, el desempleo se estancó en cerca del 14%. En octubre se registró la peor alza del número de solicitantes de empleo desde el 2012.
De todas maneras, el presidente del gobierno saliente, el socialista Pedro Sánchez, se muestra optimista.
“Tenemos sólidos fundamentos para responder a ese enfriamiento”, dijo el miércoles, señalando que el crecimiento de España está “por encima de la media de la zona euro” (0.2% en el segundo trimestre) y que “se sigue creando empleo”.
Pero los comicios del domingo podrían no poner fin a la inestabilidad política, ya que para Sánchez, líder en las encuestas, será difícil conseguir una mayoría para formar gobierno.
La parálisis del Parlamento bloquea las reformas necesarias para permitir que España afronte las venideras tempestades económicas.
“Esencialmente desde el 2012-2013, no hemos hecho ninguna reforma estructural, entonces las fuentes de crecimiento se están agotando”, estima Toni Roldán, especialista de políticas económicas en la escuela de comercio Esade y exdiputado de Ciudadanos (centroderecha).
“Obviamente hubo un crecimiento ‘catching up’ grande, pero no se ha hecho una reforma educativa fuerte, ni se ha abordado el tema del mercado laboral”, marcado por una gran precariedad, con la tasa más alta de contratos temporales en Europa, detalló.
A corto plazo, las diferentes organizaciones patronales advierten del impacto económico que podría sufrir Cataluña si los problemas persisten en la región, sacudida a mediadas de octubre por manifestaciones independentistas que degeneraron en violencia.