“Cuando estaba en la secundaria, me rechazaban por mis opiniones políticas”: en los campus universitarios estadounidenses, los jóvenes conservadores han lanzado una cruzada contra el “wokismo”, del que dicen ser víctimas.
“Me insultaban, me llamaban intolerante, retrasado o cosas así”, cuenta Jack, un estudiante “moderadamente conservador” de la Universidad de Virginia, a 180 kilómetros de la capital Washington.
Como él, cada vez más conservadores -personalidades conocidas y simples anónimos- reprochan a los progresistas querer acallar las ideas que les son contrarias.
Los tachan de “wokistas”, un término utilizado originalmente por activistas progresistas para referirse al hecho de estar “despiertos” (“woke”) ante las injusticias, pero ahora usado despectivamente contra la “corrección política”. En español, se ha impuesto el equivalente “buenistas”.
Prendedores de Ronald Reagan
En el campus de la Universidad de Virginia, donde los estudiantes juegan al frisbi en los espacios verdes, Jack comenzó a participar en eventos de la Fundación Young America, una asociación estudiantil que invita a comentaristas, políticos y gente de radio y televisión a hablar sobre “cómo salvar a Estados Unidos de la izquierda ‘woke’”.
En esta tarde de primavera, la asociación recibe a un distinguido invitado: Mike Pence, el vicepresidente del gobierno de Donald Trump.
El anuncio de su visita está escrito con tiza en el asfalto de este campus con elegantes edificios de ladrillo rojo declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Abby Hinton, una estudiante de primer año, asistió a la charla para aprender a “defenderse” de aquellos que quieren “imponer sus ideas” en la universidad, donde “las ideas de izquierda predominan”.
Una vez atravesada la puerta del auditorio, a los estudiantes se les entregan copias en miniatura de la Constitución de Estados Unidos, prendedores de Ronald Reagan y calcomanías de “Apoyo la libertad”.
“Guerra cultural”
A sala llena, Pence lanza su discurso contra el “adoctrinamiento político” que, según él, ha reemplazado a la “educación patriótica” de la que disfrutaban antes los estadounidenses.
Un asistente le pregunta sobre el caso de una nadadora de su universidad, que quedó segunda en los 450 metros libre frente a una rival transgénero, que anteriormente había competido como hombre.
“Nuestra tradición de excelencia se ve afectada por la izquierda ‘woke’”, lamenta el joven, quien cree que a la nadadora trans no se le debería haber permitido participar en esta competencia.
Pence asiente. “La izquierda lleva años intentando provocar una guerra cultural”, sostiene. “Bueno, parece que finalmente la declararon... y la están perdiendo”, agrega el orador en medio de fuertes aplausos.
Temas de campaña
La frase no es inocente: poner estos dos bandos uno frente al otro, repetir una y otra vez este antagonismo en las universidades, los mítines de campaña y las redes sociales es una forma muy efectiva de movilizar al electorado de derecha, de acuerdo con el politólogo Larry Sabato.
“Esta es la gente que acude a votar en las primarias”, explica en la escalinata de la universidad, donde es profesor.
Toma como ejemplo el caso de Glenn Youngkin, elegido para el cargo de gobernador de Virginia en noviembre del 2021 tras haber hecho una campaña muy enfocada en una supuesta deriva a la izquierda en la enseñanza de cuestiones raciales o sexuales en las escuelas.
Estos temas, anticipa el docente, también serán abordados reiteradamente por los candidatos durante las próximas elecciones, las legislativas de noviembre y las presidenciales del 2024.
¿Pence busca con estos posicionamientos hacer su regreso político, con la Casa Blanca en la mira? La pregunta se le hace en el auditorio. El exvicepresidente deja escapar una pequeña risa. “Te mantendré al tanto”.