La demanda de los mercados del exterior se orienta cada vez más hacia lo saludable y si bien en la actualidad exportar productos certificados como orgánico es una ventaja competitiva, en un futuro cercano podría ser un requisito obligatorio para el ingreso a ciertos países o para obtener beneficios arancelarios, sostiene el presidente de Sierra y Selva Exportadora, José Ezeta.
“En los mercados internacionales, la tendencia se orienta hacia los productos sanos, que no usen pesticidas y estén certificados. Cuando los estadounidenses, los chinos y los europeos les dicen a sus ciudadanos ‘come sano’, nos están abriendo las puertas a nosotros, porque tenemos productos orgánicos, productos sanos, de la naturaleza, que debemos cuidar”, indicó en entrevista con Gestion.pe.
Así como producir y exportar productos orgánicos genera una ventaja competitiva, también acarrea cuidados, costos y plazos mayores que en el caso de los productos tradicionales. De acuerdo con los cálculos del titular de Sierra Exportadora, los costos adicionales se estiman entre 5% y 9%.
Dichos costos adicionales están compuestos, en su mayor parte, por el precio de la certificación, que puede costar, en promedio, S/ 30,000. Se obtiene luego de que los agricultores ya han puesto en marcha las prácticas para la agricultura orgánica.
“No es un costo constante. La tasa de costo adicional habría que calcularla tomando en cuenta el total de producción con respecto al costo de certificación. Les hacen una auditoría, va una empresa certificadora, verifica cada cierta cantidad de meses si están yendo por el camino correcto. También corrobora si los agricultores saben lo que están haciendo y para qué lo están haciendo”, explica Ezeta Carpio.
Al tratarse de un costo tan elevado, el Estado pone en marcha programas que en algunos casos subsidian las certificaciones, que deben ser renovadas por cuenta del agricultor.
Además, los costos de los alimentos orgánicos se elevan también porque requieren de más mano de obra por unidad de producción y se distribuyen en volúmenes más pequeños que los alimentos tradicionales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Cuando se empieza en la generación de producción orgánica, los plazos de entre uno y tres años, sostiene Ezeta, quien sugiere que en este periodo se comercialice la cosecha, que aunque pueda no ser orgánica al 100%, quizás ya tenga índices bajos de contaminación.
Inconveniente
Por otro lado, un riesgo importante que afronta la producción orgánica en general es el uso de pesticidas en unidades productivas vecinas, puesto que los vientos pueden trasladar rastros de una parcela a otra, lo que Senasa no puede controlar por tratarse de terrenos privados. Sin embargo, sí dicta capacitaciones para regular el uso de estos agroquímicos.
“En casos extremos, algunos ponen barreras de árboles para evitar esta contaminación”, comenta el titular de Sierra y Selva Exportadora.