Pietà, marca de ropa confeccionada por internos del Penal de Lurigancho, logró reabrir tres de sus cinco tiendas en Lima. Son los stands del Jockey Plaza, Real Plaza Salaverry y Callao Monumental, mientras que Larcomar y Open Plaza Angamos permanecen cerrados.
“El tráfico en centros comerciales ha bajado bastante, en julio hubo picos de recuperación, pero en setiembre y octubre volvió a bajar. Esperamos que en noviembre y diciembre suba la afluencia a los malls”, explicó Thomas Jacob, fundador de la marca.
Afirmó que también tienen la tienda online que cobró fuerza por la pandemia, convirtiéndose en el canal principal. Las ventas por e-commerce a través de su página no llegaban ni al 10% del total de ventas antes de marzo, ahora representan un 30%.
La gran parte de su facturación, a través de sus tiendas físicas y online, es de Perú, y el 10% del extranjero, principalmente en Estados Unidos, Francia y España.
Este año tenían planeado participar en ferias de Europa y Estados Unidos para aumentar sus exportaciones a estos destinos, pero por la pandemia esperarán que la situación mejore, por ahora estamos felices con el mercado peruano. Seguimos a la expectativa del futuro, pero sería arriesgado dar proyecciones", dijo.
Además de las mascarillas, a partir de mayo encontraron una gran oportunidad porque las personas buscaban principalmente ropa cómoda para andar en casa como buzos, poleras, casacas, joggers, sweatshirts, precisamente los productos que confecciona Pietà.
Lo negativo, señaló el empresario, es que el stock se agotó rápido, y como no podían trabajar en sus talleres de la cárcel, no pudieron producir rápidamente.
La marca siempre está lanzando nuevos productos y diseños, “cosas que sirvan”, como lo define el fundador de la empresa. Hace un par de meses colocaron una casaca impermeable que incluía un protector facial. Ahora alistan toda la colección de verano.
Otro ingreso que tienen proviene de los servicios de merchandising a empresas. No ha crecido particularmente en los últimos meses, pero es un ingreso regular. Estas campañas específicas consisten en diseñar prendas que una empresa requiera.
Mascarillas con estilo
Jacob comentó que antes que se anunciara el estado de emergencia en el país, ya se había considerado la idea de confeccionar mascarillas. “Veíamos que la pandemia se estaba acercando y empezamos a desarrollar moldes y muestras”.
Fue una investigación de dos o tres semanas sobre las telas que se usaban en Europa para el virus y pensando en que sea un producto práctico con estilo y al alcance del bolsillo.
Cuando empezó la pandemia en Perú, contaban con stock de tela quirúrgica que habían comprado antes. Apenas el gobierno autorizó a las empresas a producir mascarillas, pudieron arrancar.
En ese momento no podían entrar a la cárcel por la cuarentena, pero con el equipo de las tiendas lograron fabricar las mascarillas en la oficina. “Vendimos alrededor de 50,000 mascarillas”, contó Jacob. De hecho, fue lo que salvó en gran parte las ventas del año.
Autenticidad
Thomas Jacob es un francés que vino a trabajar al Perú. En el 2012 conoció a una profesora de idiomas que disctaba clases de francés en las cárceles como parte de un voluntariado. Un día la acompañó y vio que los reclusos tenían máquinas de coser y estampados.
Como Jacob tenía experiencia al haber trabajado para la casa Chanel, vio el potencial de hacer algo original, auténtico y diferente, y empezó a construir la marca desde abajo. “Nos tomó años en mejorar y la primera tienda la pudimos abrir hace tres años en el Jockey”. Actualmente trabajan con 50 internos.
Sus prendas las han usado personajes como los cantantes Maluma y Pharell Williams, y a nivel local el futbolista Edison Flores y la ministra de Economía María Antonieta Alva. “Pero lo que más nos ayuda es la gente común que usa nuestra marca, es muy interesante ver en la calle a muchas personas con nuestras mascarillas, por ejemplo”.