Por Chris Bryant
Las aerolíneas no son muy populares en el mejor de los casos. Un medio de transporte utilizado con mayor frecuencia por la gente pudiente se ha visto atacado por sus emisiones de carbono que aportan al calentamiento global.
Muchas aerolíneas han pasado los últimos años eliminando servicios no esenciales, introduciendo más pasajeros en cabinas económicas y cobrando por cosas que alguna vez fueron gratis.
Ahora corren el riesgo de ser culpadas por acelerar la propagación del coronavirus. Rescatar al sector aerocomercial será muy controvertido: si se rescata a las aerolíneas, ¿por qué no también a las compañías de cruceros, los propietarios de hoteles u operadores turísticos (como Tui AG)?
Al igual que con los bancos en 2008-2009, los gobiernos tendrían que dejar de lado cualquier sensación de malestar residual y proporcionar apoyo en efectivo a un sector vital. Aunque no son sistémicas de la misma manera que los bancos, las aerolíneas apoyan la conectividad nacional e internacional y ayudan a transportar alrededor de un tercio del comercio mundial en términos de valor. Sin ayuda, los resultados podrían colapsar.
Pero si los gobiernos brindan asistencia, esto debe conllevar ciertas condiciones.
A diferencia del estado financiero mundial de hace una década, el problema de las aerolíneas es muy simple. Muchas han tenido que dejar en tierra más del 75% de sus flotas debido a las restricciones de vuelo y la ausencia de demanda futura. Obligadas a proporcionar reembolsos y sin la entrada de nuevos ingresos, están perdiendo efectivo más rápido que de costumbre.
Los menores precios del combustible son apenas una ayuda limitada en dicho entorno. Si bien las mejores aerolíneas han construido un colchón financiero para la caída inesperada de la demanda, incluso los ataques del 11 de septiembre no derivaron en una situación tan devastadora como la actual.
Por supuesto, es esencial que las aerolíneas hagan todo lo posible para conservar el efectivo antes de exigir que los gobiernos intervengan. Los dividendos deben ser eliminados, los programas de recompra de acciones suspendidos, la remuneración ejecutiva reducida y los desembolsos de capital retrasados. La contratación debe congelarse y los costos salariales se tienen que recortar. Las líneas de crédito no utilizadas se están reduciendo. Las aerolíneas como Lufthansa AG que compraron aviones en lugar de arrendarlos están mejor posicionadas, ya que pueden usarse como garantía para nuevos préstamos.
La Unión Europea ya se comprometió a suspender las normas que requieren que las aerolíneas sigan volando para retener sus valiosos espacios de despegue y aterrizaje. Las moratorias fiscales y la exención de varios cobros serán sin duda las siguientes. Se está cuestionando el papel de las empresas de tarjetas de crédito que retienen los ingresos de los operadores en dificultades.
Pero queda la duda de que esto sea suficiente. El virus no muestra signos de estar bajo control ni en Europa ni en Estados Unidos. Cuando así sea, las reservas de viajes aéreos podrían recuperarse solo gradualmente. “Se requerirá el respaldo coordinado del gobierno para garantizar que la industria sobreviva y pueda seguir operando cuando la crisis haya terminado”, dijo el lunes el director ejecutivo de Easyjet Plc, Johan Lundgren.
Por supuesto, existe un debate sobre si todas las aerolíneas merecen recibir ayuda; algunas como Norwegian Air Shuttle ASA y Alitalia ya estaban en problemas financieros antes de que se desatara la crisis del coronavirus. Cuando colapsó la aerolínea regional británica, Flybe, constantemente en dificultades, rivales como Ryanair Holdings Plc fueron los más elocuentes al afirmar que el gobierno no debería intervenir.
Aun así, no se sorprenda si las autoridades dejan de lado las cuestiones de riesgo subjetivo. Con razón o no, aún existe un vínculo muy fuerte entre el concepto de nación y el hecho de contar con una aerolínea decente. (Las grandes aerolíneas del Golfo siguen siendo de propiedad estatal, mientras que los gobiernos de Francia y Países Bajos son accionistas principales de Air France-KLM).
Esto no tiene por qué ser un ejercicio que genere pérdidas para los contribuyentes, suponiendo que se gestione correctamente. Si los países compran o amplían las participaciones de capital existentes en las aerolíneas, estas pueden venderse posteriormente cuando la industria se recupere. Los préstamos también se pueden pagar apenas las personas vuelvan a volar nuevamente.
No obstante, cualquier ayuda en efectivo debe estar sujeta a normas: en el mercado europeo más fragmentado, esto podría implicar un impuso para que las aerolíneas se consoliden. Las aerolíneas en todas partes necesitan mostrar que sus gastos están dirigidos a reducir las emisiones de carbono según el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Al igual que con el mundo bancario hace una década, el objetivo debe ser promover una industria más saludable apenas la crisis actual disminuya.