Ford anunció que el año que viene cerrará una fábrica de motores en Gales y que emplea a 1,700 personas porque es "económicamente insostenible".
El fabricante de automóviles culpó del cierre a la disminución de las ventas de motores de gasolina y a la finalización de un contrato con Jaguar Land Rover, previsto para septiembre de 2020. La planta de Bridgend abrió en 1980 y es un importante empleador en Gales.
El presidente de Ford para Europa, Stuart Rowley, dijo que "los cambios en la demanda de los clientes y las desventajas de costos, además de la ausencia de modelos adicionales de motores para Bridgend en el futuro, hacen que la planta sea económicamente insostenible en los próximos años".
Dijo que habría un "programa de cesantía mejorado", que incluiría ayuda para que los empleados consigan nuevos trabajos o inicien sus propios negocios.
Jeff Beck, coordinador regional del sindicato GMB, dijo que la noticia fue "un auténtico mazazo para la economía galesa y la comunidad en Bridgend".
El ex líder del gobierno galés, Carwyn Jones, que representa a Bridgend en la Asamblea de Gales, expresó: "Todo esto ha sido muy repentino. No hubo avisos sobre esto en absoluto".
"Desde mi perspectiva, quiero saber qué va a pasar con los trabajadores y quiero saber un motivo para la decisión, y trabajar con el gobierno galés para ver qué podemos hacer para ayudar a los trabajadores aquí", agregó.
La noticia es el revés más reciente para la industria automotriz británica, castigada por la incertidumbre del Brexit y por los problemas globales del sector.
Ford anunció el mes pasado que recortaría 7,000 empleos de oficina en todo el mundo, incluidos varios centenares en Gran Bretaña.
Honda informó en mayo que cerraría su fábrica en el oeste de Inglaterra en 2021. En febrero, Nissan anunció que no construirá una nueva camioneta en Sunderland, en el nordeste de Inglaterra, como había previsto inicialmente.
Jaguar Land Rover, propiedad de la india Tata Motors, también está recortando personal en Gran Bretaña.
Muchas empresas están preocupadas por la incertidumbre en torno a la demorada salida británica de la Unión Europea (UE). Los ejecutivos han aplazado inversiones ante la falta de claridad sobre cómo serán las relaciones comerciales entre Gran Bretaña y el resto de la UE, su principal socio comercial.