Al inicio de la pandemia del coronavirus, Jennifer Sherlock salió con unos pocos hombres que contactó a través de aplicaciones para conocer gente. Fueron encuentros un tanto “extraños”, comentó, y no solamente porque llevaban tapabocas, debían guardar distancia y verse al aire libre.
En una ocasión, el individuo mantuvo el barbijo mientras caminaban en la calle, pero se lo sacó cuando llegaron a su casa, algo que le pareció irresponsable. “Me molestó mucho y me sentí incómoda”, expresó.
Decidió que necesitaba mejores filtros para conocer gente y empezó a arreglar videollamadas antes de verse en persona con alguien. Sherlock, de 42 años, quien vive en Nueva Jersey y trabaja en relaciones públicas, dijo que mantiene esa práctica ahora que se están levantando algunas restricciones asociadas con la pandemia.
Sherlock no es la única que cambió la forma en que usa las aplicaciones para conocer gente. Muchas personas están tomando nuevas medidas. A pesar del distanciamiento social de los últimos 18 meses, el uso de aplicaciones para conocer gente aumentó porque los confinamientos hicieron que numerosas personas tratasen de conectarse con otros.
El portal Tinder informó que en el 2020 tuvo más movimiento que nunca. Este año sus usuarios fijaron dos récords entre enero y marzo. Otro portal de citas, Hinge, triplicó sus ingresos entre el 2019 y 2020, y la empresa espera duplicarlos este año.
En respuesta a las cambiantes demandas, Tinder anunció el mes pasado nuevas herramientas para ayudar a la gente a conocer mejor a otras personas a través del internet. Ahora se puede incorporar videos a los perfiles y conversar con otros antes de acordar citas.
“Históricamente, nuestros clientes no veían la necesidad de hablar primero con video”, dijo Jess Carbino, socióloga experta en citas online que trabajó para Tinder y Bumble. Sin embargo, agregó, ahora la gente quiere ser más selectiva.
Los usuarios de estas aplicaciones para conocer gente buscan ahora conexiones más fuertes, en lugar de encuentros casuales, según Carbino.
María del Mar, una ingeniera aeroespacial de 29 años, no esperaba terminar en una relación cuando le surgió alguien supuestamente compatible en Tinder al comienzo de la pandemia el año pasado.
Empezaron a conversar a través de la aplicación en España, donde vive ella. Por el coronavirus se había mudado de Barcelona a la casa de sus padres en León y estaba aburrida cuando se unió a la aplicación. Se sorprendió al ver que tenía muchas cosas en común con este individuo.
Después de conversar durante varias semanas, se conocieron finalmente en persona. Una caminata por las afueras, guardando distancias. Hoy viven juntos.
Fernando Rosales, de 32 años, usaba Grindr, una aplicación para hombres gays que buscaban encuentros de una noche antes de la pandemia. Decidió usar Tinder cuando las restricciones del coronavirus suspendieron los encuentros personales en Londres, donde vive.
“La experiencia de Grindr era algo tipo ‘me gustas, te gusto, estamos a 100 metros, me voy a verte’”, expresó Rosales, quien trabaja para la popular cadena británica de cafeterías Pret.
“Tinder promueve más el contacto social”, señaló. A veces la gente la usa solo para jugar juegos o conversar online.